Seattle, Las Vegas y la expansión NBA
Desde la creación en 1946 de la considerada como la mejor liga del mundo, la NBA ha vivido hasta 11 expansiones en las que se han ido añadiendo nuevas franquicias a la competición, dotándola de una mayor competitividad, relevancia internacional y, por supuesto, de ilusión para las ciudades involucradas en estos procesos.
Y es que no hace falta pertenecer a una generación demasiado remota para recordar la entrada a la liga de la gran apuesta canadiense con Toronto y Vancouver como protagonistas en 1995, o la última adquisición con la intención de recuperar el espíritu competitivo en la ciudad de Charlotte con la llegada de los Bobcats en 2004.
Esta reiterada sucesión de cambios, que se multiplican si contamos con las mudanzas de equipos por diversos motivos a ciudades con más relevancia económica o de visibilidad global, no hace más que alimentar cada año la esperanza de aficionados y provincias con clara tendencia baloncestística y de negocio por ser los próximos elegidos para continuar haciendo crecer el número de participantes en la liga.
En esta ocasión los rumores sobre la incorporación de nuevas franquicias cogen fuerza debido a que el contrato por los derechos televisivos de la NBA llegará a su fin con la conclusión de la temporada 2024/25, y muchos han sido los medios que se han hecho eco de esta posibilidad desde el pasado mes de diciembre, poniendo nombres sobre la mesa como Las Vegas, Seattle, Ciudad de México o la tan ansiada expansión europea con sedes en Londres, París, Madrid o Roma, entre otras.
Por el momento y tratando de ser comedidos, tenemos que decir que “el sueño europeo”, como mínimo, deberá esperar. La situación tras la pandemia no es la mejor y por supuesto, lo que prima en estos próximos años será la recuperación de la normalidad en La Liga y, si se pudiese, el hecho de potenciar ingresos desde dentro de Estados Unidos, lo que dejaría irremediablemente fuera de la ecuación también a Ciudad de México pese a su clara cercanía con las demás franquicias. Por lo tanto, y pese a los rumores que ponen en el mapa a más de 15 ciudades candidatas (entre ellas Louisville, Kansas City o San José) la realidad nos dice que, de tener que elegir 2 nuevas sedes a corto plazo, estas serían Seattle y Las Vegas.
La capital de Nevada nunca fue del agrado del anterior comisionado de la NBA, David Stern, quien llegó a decir que no permitiría la adhesión a La Liga de una ciudad con tal índice de juego y apuestas. Pero esto puede haber cambiado estos últimos años, primero con la llegada de Adam Silver en el año 2014 y después, debido a la evolución y crecimiento de la ciudad más allá del turismo de ruleta, conciertos y luces de neón.
No debemos olvidar que Las Vegas organiza la Summer League cada año desde 2004 en la que los equipos hacen su pretemporada y compiten tanto en el Thomas & Mack Center como en el Cox Pavilion. Sin embargo, y con el ánimo de hacer buena su candidatura como próximo equipo NBA, ya hay un proyecto en pie para construir un estadio que acogería a 23.000 personas y costaría alrededor de 4.000 millones de dólares. Por supuesto, sobra decir que el hecho de que el nuevo equipo se encontrase en Las Vegas, atraería al pabellón a un gran número de artistas y demás personalidades tanto del panorama nacional como internacional.
El caso de Seattle es el más claro de todos, pues si echamos la vista atrás, el equipo fue forzado a marcharse a Oklahoma y, posteriormente, cambiar su nombre de acuerdo con lo que en la ciudad del estado de Washington lo llaman “una conspiración para echar a los Sonics de su casa”. Y es que La Liga exigía a la ciudad de Seattle una reforma del estadio o, en su defecto la construcción de un pabellón nuevo que cumpliese con las exigencias que se requerían para continuar perteneciendo a la máxima competición. Por aquel entonces, y pese a la importante cantidad de empresas multinacionales y el amplio centro de negocios que la ciudad acoge, los inversores dieron la espalda al equipo convirtiendo en imposible la adecuación del mítico Key Arena, donde un jovencísimo Kevin Durant levantó el trofeo al Rookie del Año en la última campaña de los ya extintos Supersonics.
Desde entonces, varios han sido los pretendientes para hacerse con la posibilidad de devolver el baloncesto a la Ciudad Esmeralda, para que se volviera a vivir así el fervor de las grandes noches en las que un siempre despierto Gary Payton y la desmesurada potencia de Shawn Kemp hacían saltar del asiento a más de 17.000 personas.
A día de hoy, los aficionados de la ciudad ven que ese sueño cada vez está más cerca tras conocer que a partir de la temporada 2021/22 el nuevo Climate Pledge Arena acogerá a los Seattle Kraken, quienes debutarán este año como nuevo participante en la NHL. Este estadio sustituye al antes mencionado Key Arena, habiendo sido reformado durante 3 años de cara a su optimización con el único objetivo de permitir la participación al más alto nivel en las grandes ligas, lo que podría permitir a esta localidad situarse en lo más alto de la puja por retornar a los Supersonics al lugar que nunca debieron abandonar.
Todas estas no son más que conjeturas creadas a partir de las oportunidades que se vislumbran en un horizonte cercano, sumadas a las expectativas de negocio y planes de expansión que contemplan los más ávidos inversores. Sin embargo, y aunque todo el mundo se haga eco de las minúsculas señales de estos fugaces comentarios, convirtiéndolas en noticias que compartir con el deseo de seguir tirando del hilo, no suenan como una remota posibilidad a oídos de la cúpula que conforma la directiva de la NBA.
Por ahora sólo queda esperar y disfrutar de los equipos que conforman esta liga ya que la historia nos ha demostrado que puede que, dentro de poco, el recuerdo de nuestro equipo favorito cambie de código postal. Hay gente que detesta esa parte de este organismo, pero puede que eso mismo sea una de las tantas cosas que dotan de romanticismo a esta liga.
Post Javier Navarro
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