Que la singularidad y excentricidad sea un aspecto tan marcado en algunas de las figuras de la NBA es algo a lo que el espectador hace tiempo que se acostumbró. Y para cualquiera de ellos es muy fácil cerrar los ojos, levantar la cabeza y encontrar varios jugadores que lo ejemplifican.
Mientras que Darryl Dawkins reventaba (literalmente) tableros con sus mates, además de conceder entrevistas cuyas respuestas las daba íntegramente compuestas por rimas, Gilbert Arenas se compró un tanque para tiburones y amenazó a un compañero con un arma, Allen Iverson cambió el vestuario de toda la una generación con su estilo y Dennis Rodman se enfundaba un vestido de novia para su propia boda mientras se prometía a sí mismo que jamás repetiría color de pelo durante más de 5 partidos seguidos.
La liga está repleta de ejemplos de esta índole, pues se trata de jugadores talentosos que quieren expresar su autenticidad como persona, y a esto no es ajeno Kyrie Irving, quien ha protagonizado durante las últimas semanas de la pretemporada la controvertida situación vivida en la NBA respecto a los jugadores que se han resistido a vacunarse, debidos a diversos motivos.
Tras la negativa de Irving a someterse a la vacuna, y la consecuente ausencia en todos los partidos jugados en New York y California durante esta temporada generada por las normas que estos estados han establecido como medida de contingencia respecto al COVID-19, los medios no han parado de hacerse eco de esta noticia, habiéndose sumado en algún momento a esa idea jugadores como Andrew Wiggins, Bradley Beal o Devin Booker. Pero ¿por qué todo el peso de esta decisión le está cayendo al jugador de los Nets?
Irving hizo público hace casi un mes su pretensión de seguir siendo una persona no vacunada, alegando su derecho a decidir sobre su cuerpo y, unos días más tarde, añadir que no se considera un antivacunas pero que tenía dudas acerca de su eficacia y necesidad de administrarse dichas dosis. Por supuesto las opiniones de jugadores, exjugadores y periodistas del sector no se hicieron esperar, señalando y especulando con lo que esto podría generar tanto al propio jugador, como a su equipo. De hecho, se llegó a filtrar la posibilidad de que los Brooklyn Nets cambiasen la localización de su centro de entrenamiento para poder incluir en la dinámica del equipo al base. Información que el propio entrenador, Steve Nash, se encargó de desmentir para que más tarde se les especificara que Kyrie tendría la posibilidad de poder entrenar en dichas instalaciones, pero no jugar los partidos debido a las restricciones de seguridad en estadios como espacios públicos de interés general.
Sin embargo, y como señalaba el presentador Stephen A. Smith durante The First Take en ESPN: “El problema de Irving no es que no se quiera vacunar. El problema es que siempre le pasa algo y siempre tiene una excusa para no jugar”. Y es que el jugador nacido en Melbourne, tiene un peculiar historial de situaciones que, según numerosos aficionados y expertos, están lastrando lo que podría ser la carrera de uno de los jugadores con más talento de los últimos años en la NBA.
Kyrie llegó a la liga
durante la temporada 2011-12 siendo elegido con el número 1 del draft por
Cleveland y haciéndose con el trofeo de Rookie of the Year. Después de 3 años
siendo el jugador franquicia y la gran esperanza para los Cavaliers, además de
participar en 2 All Stars, llegaría LeBron James desde Miami con la firme
intención de ganar un anillo para la ciudad que le vió crecer como ese “Chico
de Akron”.
Esta situación no agradó
a Irving, ya que por entonces él era el jugador más influyente de la plantilla,
y sus sensaciones se intensificaron cuando pudo comprobar que, efectivamente,
LeBron recibía unos tratos de favor de los que ningún jugador en la plantilla
gozaba. Pese a que James trató de hacer tareas de mentor con Kyrie (según JR
Smith), éste sentía que la franquicia de Ohio estaba permitiendo que se le
fuera eclipsando, llegando a solicitar el traspaso fruto de esta situación pese
a lograr acceder en 3 ocasiones a las finales de la NBA y ganando el anillo en
la temporada 2015-16, cuando se lo arrebataron a unos Warriors a quienes
sorprendieron tras ir perdiendo la serie por 3-1.
El traspaso tuvo lugar, y el por entonces “2” de Cleveland, pasó a ser el “11” cuando se enfundaba la camiseta de los Boston Celtics. Hay que señalar la gran elección del número, pues de esta manera la línea de zapatillas con el logo de K-II se podía seguir interpretando de la misma manera sin ningún tipo de repercusión para Nike, la marca que ha acompañado a Irving desde que se sacó al mercado su propio Signature Shoe en 2014 como “Kyrie1”.
A su llegada a Massachussets, se sentía un jugador importante en un lugar emblemático y cargado de historia, y no tardó en hacer pública su intención de ser merecedor de una camiseta con su nombre en lo alto del TD Center de Boston. Sin embargo, una desafortunada lesión, unida a un liderazgo impaciente e incómodo con el resto de compañeros propició que, tras ser declarado agente libre y alegando la necesidad que tenía de pasar su tiempo en el estado de Nueva York por motivos familiares, sumada además a unas posteriores protestas por insultos racistas por parte de los propios aficionados de los Celtics, Irving terminara recalando en Brooklyn acompañando a Kevin Durant, para formar lo que prometía ser la dupla más efectiva y divertida de los últimos años.
Pero para entender el dolor y la falta de entendimiento que sintió Kyrie durante su estancia en Boston, no hace falta más que ver el video de cómo, a su vuelta al parqué de los Celtics, esta vez con la camiseta de Brooklyn, se paseaba alrededor de la pista horas antes del encuentro mientras quemaba salvia con la intención de purificar el ambiente y liberar las tensiones que allí habían podido quedar atrapadas, solo para tras el inicio del partido, Irving comenzara a restregar las zapatillas por el logotipo del Leprechaun que se encuentra en el centro de la pista para ganarse, más si cabe, el odio de los aficionados de Boston quienes encontraron en este acto una deliberada falta de respeto.
Pese a las grandes expectativas que se tenía en el dúo Durant-Irivng, esa sensación no dejó de ser más que una utopía cuando quedaron eliminados en primera ronda de PlayOffs durante los dos primeros años que jugaron juntos, coincidiendo además esa etapa con el periodo de mayor actividad por parte de Kyrie con temas más ajenos a la competición, como lo era la participación en podcasts donde aseguraba, para luego suavizar el discurso, que la tierra era plana, su convicción de intereses aún no revelados sobre la muerte de Kennedy y otras teorías con carácter conspiranóico que provocaban su irremediable aparición en todos los medios nacionales por motivos claramente extradeportivos.
De hecho, fue en 2018 cuando, apoyado por la campaña de Pepsi, nació el personaje de Uncle Drew, quien no es otro que Kyrie Irving caracterizado con la apariencia de un afroamericano jubilado que demuestra sus inusuales dotes balocestísticas frente a unos incrédulos jóvenes por las canchas que encuentra a lo largo y ancho de USA, mientras va reclutando a otros “colegas jubilados”, no siendo otros que jugadores de la talla de Shaquille O’neal, Kevin Love, Reggie Miller o Lisa Lesley.
A estas alturas, el “actor” tras la careta de Uncle Drew emocionaba y enfadaba a los aficionados a partes iguales, dándoles cada semana “una de cal y otra de arena” entre su brillante juego y su actitud que denotaba una alarmante falta de compromiso. De hecho, fueron varias las ocasiones en las que Kyrie se negó a jugar alegando que “era lo mejor para él en ese momento”, además de negarse también a hablar con los medios durante el Media Day, provocando varias sanciones de carácter monetario tanto por parte de la franquicia, como de la propia NBA.
Con la llegada de James Harden en 2021, su actitud respecto al liderazgo del equipo no hizo otra cosa más que disiparse, hasta el punto en el que, entre lesiones, periodos de descanso y demás circunstancias, sólo pudimos disfrutar del Big3 en 8 partidos durante toda la temporada. Esta situación dejaba al equipo perdido, y a los jugadores de rol y banquillo desanimados por la inconsistencia y falta de sentido de las rotaciones. Pese a todo eso, lograron plantar cara en Semifinales de Conferencia a unos Bucks que finalmente se alzaron como campeones.
Pese a sus salidas de tono, incluida la ocasión en la que criticó duramente las Nike Kyrie 8, el nuevo modelo de zapatillas que sería lanzado una semana después de su “rajada”, Kyrie Andrew Irving ha demostrado con creces su sobrada capacidad para ser una estrella en la mejor liga del mundo, pero también su compromiso con diferentes temas sociales, colaborando desde su propia fundación (K.A.I. Family Foundation).
Además de ello, en 2020 se mostró muy activo en ese aspecto cuando donó una casa a la familia del fallecido George Floyd, pagó la deuda estudiantil de los alumnos de la Universidad de Lincoln, aportó $300.000 a bancos de alimentos e incluso se comprometió a aportar $1,5 Millones para ayudar a pagar las deudas de las jugadoras de la WNBA que optaron por no jugar durante la Pandemia.
Ahora el 7 veces All Star tiene ante sí el reto de encontrar la manera para poder jugar y contribuir a las victorias de su equipo, pues para Brooklyn no es sencillo mantener durante dos años una carga salarial tan abultada y que genera una abultada penalización, si no es con el convencimiento de alzarse con el primer título fuera de la ya extinta ABA.
Todos estamos esperando disfrutar de uno de los jugadores más divertidos de ver en toda la NBA, y esto nos deja dos preguntas en el aire: ¿Volveremos a ver jugar a Irving? Y, ¿a cambio de qué?.
La segunda pregunta se le podría hacer tanto al jugador como al Comisionado Adam Silver quien, por el momento, no está dispuesto a ceder ni un ápice con tal de evitar dar lugar a peligrosos precedentes, aunque sí que podría llegar a permitir un traspaso que facilite su vuelta a las canchas, sobre todo después de que para la liga el caso Ben Simmons se ha quedado claramente estancado.
Definitivamente, la pelota ahora se sitúa en el tejado de Kyrie, y él sabe que tiene un pabellón lleno observando qué hará con ella en los próximos días. Por el momento ha dejado claro que su intención no será la retirada de las canchas.
Post Javi Navarro
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