Héroes y Leyendas


Ya desde hace miles de años, el ser humano ha idealizado y venerado deidades, iconos y cualquier otro tipo de representación basada en los valores más importantes para él.

Las leyendas y mitos sobre héroes extraordinariamente poderosos como Aquiles, Gilgamesh o el mismo Odín reflejaban firmemente los modelos a seguir de los niños y no tan niños en la antigüedad. Pero no solo poder buscaba el hombre, pues otras figuras como Ulises o Robin Hood son un claro ejemplo de veneración por la astucia o la compasión, además del deseo de aventura y superación ante las adversidades.


Esta situación no es ajena a nuestra época, donde los atletas más laureados del planeta sirven de inspiración a niños y no tan niños con actuaciones, logros o valores dentro y fuera del espectro deportivo. Y como sucedía en la antigüedad, existen héroes locales e internacionales.

Al hablar de “local” e “internacional” en un mundo claramente globalizado, debo aclarar que no se trata de la repercusión en kilómetros a la redonda, si no de ejemplos que representan unos valores aislados, como puede ser Tim Duncan con su templado talante, o un conjunto de fuertes valores que convierten al atleta en el “Hércules” de la nueva era, como fue el caso de Michael Jordan.

El impacto que tienen jugadores como Jordan, Kobe o LeBron en alguien que se empieza a vincular al baloncesto, no tiene comparación. Estamos hablando de figuras que, aunque parecen personas normales, con las limitaciones implícitas en el ser humano standard, llegan a realizar hitos al alcance de muy pocos nadie.


De hecho, hace tan sólo unos días se cumplieron 16 años del desmesurado espectáculo que Kobe Bryant dio en el por entonces Staples Center de Los Angeles, cuando anotó 81 puntos frente a unos desencajados Raptors. Por aquel entonces Kobe llevaba el 8 a su espalda, y estaba en la etapa más killer de su carrera. La Mamba Negra estaba atacando, y el equipo de Toronto no tenía manera de parar a semejante bestia de la naturaleza, por más que hicieran double o triple teams con él.

Ya durante la temporada 2002-03, Kobe dejó a todo el mundo boquiabierto cuando logró anotar 40 puntos o más durante 9 partidos seguidos, rompiendo completamente la barrera temporal de ese estado de iluminación conocido en el baloncesto como “la zona”, y demostrando que él estaba hecho de otra pasta, dilatando ese Nirvana durante todo el mes de febrero.


Pero la leyenda de nuestro héroe no acaba ahí, pues no es de extrañar la profunda admiración que el mundo le tuvo, cuando se dio a conocer que ha firmado más partidos de 40 puntos que LeBron James y Stephen Curry juntos (122 vs 115). Que tiene más partidos de 50 puntos que LeBron, Durant y Larry Bird juntos (25 vs 22) y que también ha logrado más partidos de más de 60 puntos que la suma de los conseguidos entre LeBron James y Michael Jordan (6 vs 5).

Kobe dejó un gran legado basado en el sacrificio diario, el deseo de ser mejor cada día, y la constancia que le caracterizaba. Eso dio sus frutos y, dejando sus campeonatos, MVP y demás menciones, todo el globo, y en especial la ciudad de Los Angeles, expresó su admiración por él tras su trágico accidente de helicóptero hace 2 años. 

Murales, zapatillas pintadas, camisetas… los números 8 y 24 seguirán siempre en la memoria de todos los que lo vimos jugar, del mismo modo que el casco y la espada de Aquiles hacían recordar al malogrado héroe.


Al igual que estos dos números, el magnesio de LeBron o la corona que lo caracteriza, son símbolos inequívocos de que una leyenda ha alcanzado dicho estatus.

LeBron fue el elegido desde que jugaba en St. Mary and St. Vincent High School en Cleveland. Este chico de Akron, pronto se convirtió en la próxima esperanza para la nueva etapa dorada del baloncesto estadounidense.

Su poderío físico, su descarada suficiencia técnica y una historia de humildad basada en su pertenencia a uno de los lugares más difíciles del estado de Ohio, hizo de LeBron Raymone James, un claro candidato a “próximo Michael Jordan”.


De hecho, como si de una tragedia griega se tratase, éste “elegido” ha tenido que contar con ser tratado durante toda su carrera con esa vara de medir, tanto por la prensa, como por los aficionados, rivales, o incluso sus propios compañeros de equipo.

LeBron tuvo que marcharse a Miami y así poder aprender a ganar un anillo para, una vez aprendida la lección, volver a casa y ofrecer a la gente que le vio crecer, una de las finales de NBA más significativas de todos los tiempos, cuando los Cavs remontaron un desmoralizante 3-1 en las series y James se convirtió, por derecho propio, en el flamante referente de todo aficionado al baloncesto más allá del estado de Ohio.


El caso más contemporáneo de admiración “global” lo podemos encontrar en Stephen Curry. Este chico de ojos claros y de aspecto despreocupado se ha convertido en el modelo a seguir de las nuevas generaciones, haciendo valer su dinamismo, permanente sonrisa y velocidad para cambiar el curso de la NBA.

Su manera de entender el baloncesto generó tanta admiración como rechazo, pues como si del propio Robin Hood se tratase, el acierto desde larga distancia de Curry comenzó a cambiar la dinámica de este deporte, pasando de un constante juego de penetración y juego interior o de media distancia, a un constante bombardeo exterior, que además rompía con las normas establecidas al hacer caso omiso de las líneas de 3 puntos, ampliando constantemente su rango de tiro, y por ende, generando una amenaza constante para el rival sin importar la ubicación del lanzamiento.


Steph, pese a ser hijo del también “francotirador” Dell Curry, pasó desapercibido durante sus primeros años. Pero su dedicación constante, su manera de divertirse sobre la pista y su tremendo don para hacer que el diámetro del aro parezca dilatarse con cada tiro realizado, fueron las claves para lograr sus 3 anillos y figurar como el jugador con más triples encestados en toda la historia de la liga, superando a Reggie Miller y Ray Allen.

Como hemos visto, LeBron es el referente en Akron, Cleveland. Pero Curry también nació en esta pequeña localidad, aunque a diferencia del ahora jugador de los Lakers, Steph siguió a su padre por Charlotte y Toronto antes de comenzar su propio camino en Davidson, North Carolina.


Son muchos otros, los jugadores que, a lo largo de la historia de la liga nos han podido inspirar en determinados momentos de nuestra vida, o en diferentes aspectos de nuestro juego.

Recuerdo los pases de Jason Williams, las penetraciones y crossovers de Allen Iverson, los incontestables mates de Vince Carter, esos movimientos en el poste de Dikembe Mutombo o la increíble frialdad de Tracy McGrady en Houston.

Todos esos referentes hacían que, entrenamiento, cada tarde libre o fin de semana, yo me enfundase mis zapatillas y saliese a probar una vez tras otra esos movimientos que en la pantalla se antojaban tan eficaces como sencillos pero que, tras horas y horas de práctica, tan sólo podía emular de manera tosca.


Y es por eso por lo que estas leyendas han supuesto tanto para nosotros. El legado que dejan en nuestra vida y nuestro subconsciente ha hecho que hoy seamos quienes somos. No hay que olvidar que, gracias a ellos, sabemos que siempre se puede llegar más lejos de lo que nuestro horizonte nos permite ver, pero tampoco nos podemos conformar con límites ajenos, ya que nuestro esfuerzo y dedicación por ir más allá podría convertirse en la chispa de inspiración para la persona menos pensada.

Post Javier Navarro.









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