Se puede estar hablando durante horas sobre quién podría ocupar puestos de honor en una extensa lista de magos en la pista, pero cuando se trata de repartir asistencias ofreciendo el máximo nivel de espectacularidad no ha lugar a la discusión.
“Pistol Pete” era una locura. Semejante habilidad con el bote, precisión y desparpajo eran algo completamente desconocido antes de que un larguirucho chico de Pennsylvania de 23 años llegase a la liga. Mi generación no ha parado de escuchar el mantra de “si ese jugador te parece impresionante, tendrías que haber visto a Maravich”. Era una constante. Algo que te hacía pensar que había algo ahí fuera, pero también en el pasado que se te estaba pasando, y que esas palabras que suenan a reprimenda contenían un deseo irrefrenable de compartir contigo quién fue este gran jugador.
Pete
tan sólo jugó 10 años en la NBA debido a sus múltiples lesiones, pero a su paso por la mejor liga del mundo, pudo participar en
5 ocasiones el All-Star, además de lograr en 1977 el premio al mayor anotador de la temporada, y ofrecer un legado de movimientos, fintas, pases y ejemplos que las siguientes generaciones no dudaron en copiar para hacer del baloncesto buena parte del espectáculo que es hoy en día.
Y, aunque sus imágenes parezcan antiguas, el movimiento natural que se aprecia evoca una actitud indudablemente contemporánea. De hecho, los movimientos del protagonista de la famosa serie de animación "Kuroko No Basuke", están basados en la mítica leyenda de los Jazz.
Pete Maravich murió repentinamente a la temprana edad de 40 años mientras disputaba una pachanga a consecuencia de un problema cardíaco no detectado hasta entonces.
MAGIC JOHNSON
La memoria de Pistol Pete
no solo quedó plasmada en el Hall de la Fama o las camisetas retiradas con su
número, pues un joven Earving Johnson ya estaba tomando buena nota de esos
movimientos y esa despreocupada y, para los rivales desesperante, manera de ver
el baloncesto.
Magic fue elegido en la 1ª
posición del draft de 1979 (tan sólo un año antes de la retirada de Maravich),
y aunque el Rookie del Año se lo llevara su eterno rival y amigo Larry Bird, la
estrella de los Michigan deleitó durante 13 años a los aficionados con un
juego, el de los Showtime Lakers, que debido a su creciente difusión
televisiva, estaba llegando a todos los rincones del mundo.
Este sonriente base de
2,06m era demasiado alto para los defensores de su posición, demasiado rápido
para jugadores de poste alto y aún demasiado fluido para los jugadores que reinaban
en la pintura. La amenaza constante de su control y visión de juego en una
posición estática en el perímetro sólo podía ser superada por su desenfrenado
dribbling en carrera.
Cuando Magic cogía la pelota, el defensor, tan sólo podía tratar de seguir el movimiento del balón como si del juego de la bolita se tratase, mientras intentaba no trastabillar cuando recorría la cancha en calidad defensiva corriendo hacia atrás pensando “no te caigas o este domingo aparecerás en las mejores jugadas de la semana”.
El mítico 32 de los Lakers es, a día de hoy, uno de los personajes más carismáticos de la NBA, un Hall of Famer que ostenta 5 anillos de campeón, 3 MVP de la liga regular, 3 MVP de las finales, 12 veces All-Star y fue 4 temporadas el mejor asistente de la liga, entre otros muchos logros, antes de que se viese forzado a su retirada tras haber sido diagnosticado con el VIH, en una época en la que la falta de información y conocimiento sobre las consecuencias que esto generaba.
"Chocolate Blanco" llegaba a la liga en 1998, curiosamente el mismo año que Magic reaparecía en las canchas para retirarse tan sólo un año después. Como si, al igual que sucedió con Pistol Pete, Magic también quisiera pasar su testigo a este despeinado “blanquito” de aspecto nervioso.
Jason Williams era ligeramente diferente. Sus brazos y piernas no se movían con lo acostumbrado en los años 70 u 80 cuando la amplitud de los brazos y el ritmo constante de las piernas sugerían una fluidez que permitía al cuerpo moverse con libertad. White Chocolate jugaba a latigazos. Movimientos explosivos, paradas repentinas y cambios de ritmo que empezaban a coger forma en la liga de la mano de Iverson o Hardaway. Pero Jason no sólo ponía el ojo en la canasta a la hora de desestabilizar a sus contrincantes. Él lo veía todo. Y también pensaba que todos verían lo mismo que él.
Por ese motivo el pase de pecho para él nunca fue una opción. Las fintas, pases a una mano, pases por la espalda o picados se sucedían minuto a minuto en cada partido que jugaba. Los aficionados no tardaron en dar buena cuenta de ello y en su temporada Rookie alcanzó la 5ª posición en ventas de camisetas de toda la NBA. Todo el mundo quería ser como Jay Williams.
El problema fue que en la época en la que veía a este jugador enfundándose la camiseta de los Kings,
yo estaba en uno de los momentos de mayor motivación deportiva jugando con mi equipo y claro, cuando tratas de emular este tipo de jugadas en los partidos,
el resultado habitual era acabar en el banquillo después de haber mandado 3 o 4 balones a la grada y con la vena del entrenador a punto de explotar.
Al final, unas cuantas líneas (suicidios, rusos… como cada uno lo llame), te hace tomar perspectiva. Se puede tomar como el proceso natural de maduración de todo jugador. Al fin y al cabo, no todo el mundo puede ser capaz de realizar pases con el codo con esa naturalidad. Y eso es lo que, en definitiva, hacía diferente a Williams.
¿Y tú quién crees que será el próximo “Rey Mago” para la próxima generación si alguien escribiese estas líneas dentro de 10 años?
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