¿Volverá el cielo a teñirse de azul?



Italia fue campeón de Europa el 11 de julio de 2021. Italia no se califica para la fase final del mundial a Qatar el 24 de marzo de 2022. Argentina levanta la copa del mundo el 18 de diciembre de 2022. En Italia el SS Napoli se proclama campeón de invierno en enero 2023. 

Cuatro diferentes sucesos que parecen tener un único hilo conductor, las diferentes tonalidades de azul, desde las más oscuras hasta las más claras. El azul como metáfora de nuestro viaje introspectivo que se adentra dentro de las vísceras del futbol italiano, muy amado y seguido en el pasado, en el auge de los años ochenta y noventa, para entender mejor las dificultades y los dramas que sufre el aficionado viendo el actual panorama del calcio moderno. 

En estos meses todo aficionado del futbol en general y más los aficionados del calcio nacional han pasado de la ilusión de haber ganado una gran competición europea al fracaso más absoluto por no entrar en el Mundial de Qatar 2022. Parecía ya todo casi a punto para volver a ser protagonistas también fuera de Europa, pero así no fue y Mancini y los jugadores no centraron el objetivo más prestigioso. Los motivos pueden ser múltiples y han de buscarse no solamente en eventos puntuales sino en una visión cultural de la sociedad italiana y en el trabajo operado a lo largo de estos años en clave deportiva. 


El protagonismo del verano pasado tenía que haber sido un golpe encima de la mesa, un golpe esperanzador para toda una cultura deseosa de reafirmarse en la elite del futbol mundial pero las esperanzas, una vez más, dejaron espacio a una realidad que ya se ha estancado en la cultura “calcistica” italiana y que parece muy rocosa de combatir. Víctimas de esta realidad cultural deportiva son los equipos italianos y sus resultados en competiciones europeas

Después del Inter de Mourinho, y de aquella mágica noche de Madrid en el 2010, ningún equipo ha logrado repetir un resultado tan brillante y hay que retroceder al lejano 1999 para ver cómo el Parma levantó la Copa de la Uefa. Los motivos de esta falta de protagonismo del futbol italiano en estas últimas décadas y de esta olvidada “marca Italia” del pasado, son muchos. 


Si ponemos el foco a nivel estructural, empezando por los jóvenes, veremos que su desarrollo se ha quedado estancado y el espacio que se da a las promesas no es el mismo que podemos apreciar en otras ligas, como, por ejemplo, la española, la inglesa o la alemana, sin ir tan lejos. Jugadores como Gavi, Balde, Pedri son una realidad del F.C. Barcelona, su titularidad empieza a ser incuestionable a base de actuaciones que convencieron a los más escépticos y que los han llevado a vestir la camiseta de España en Qatar

El mismo Jude Bellingham, en el Borussia Dortmund y líder del centro del campo de la selección inglesa, ya tiene a su favor el dato de más de 100 presencias en todas las competiciones con tan solo 18 años de edad. Son jugadores que se imponen como titulares en equipos de primer nivel y con edad extremadamente joven, incluso siendo menores porque en estas ligas confían en ellos. 


En Italia es muy raro ver parecidos siendo tan jóvenes que se vuelven titulares. Eso no quiere decir que no haya talentos en el calcio sino hay una diferente mentalidad de tratar los jóvenes. Hay como una barrera entre sectores juveniles y primer equipo que no deja espacio al talento y una cultura poco paciente que no perdona los primeros errores de los jóvenes criticándolos y haciendo que los dirigentes los cedan a otros clubes u otras categorías inferiores para permitirles de tener mas minutos. 

El seleccionador de la Italia sub 21, Paolo Nicolato, lanzó una alarma explicando la necesidad de buscar jugadores en las categorías inferiores por falta de activos en las categorías máximas, por ejemplo. En España o en Alemania se han promovido modelos deportivos enfocados a una cultura juvenil con estándares cualitativos, con enseñanza y desarrollo de principios futbolísticos concretos y formaciones basadas en la profesionalidad ya desde las categorías del futbol base. 

Contrariamente en Italia no se ha tenido esta capacidad de adaptarse a nuevas situaciones de cambio cultural para permitir a los jóvenes de crecer en un tejido de confianza. En Italia quizás son muy poco críticos hacia la falta de competitividad que manifiestan los equipos en las competiciones europeas. En la Champions League, por ejemplo, de los últimos 19 equipos en las últimas 5 ediciones, solo 4 alcanzaron los cuartos, en este caso fue la Atalanta de Gasperini hace dos años, y una, la Roma, en semifinales en el 2018


Este modelo ya obsoleto está llamando mucho la atención a los presidentes de la Serie A que ven casi con envidia los resultados de las otras ligas. Todo esto, junto con una difícil realidad económico-política ha empujado muchos inversores fuera de Italia. Desde el punto de vista de la imagen también el “Brand Italia” se ha quedado antiguo. Los perfiles en redes sociales están muy poco cuidados y apenas se utiliza el inglés a nivel comunicativo. 

Muchos clubes de la Serie A no tienen profesionales de la comunicación y marketing y, por lo tanto, muchos no adquieren visibilidad al extranjero. La lega, además, no ha obligado nunca al respeto de ciertos estándares estéticos en los estadios, por ejemplo, por eso muchos son decadentes y tampoco son de propiedad del mismo club. 

A raíz de todos estos factores estamos todavía en búsqueda de un modelo que nos sorprenda, que sea fruto de un trabajo vertical, desde abajo. Quizás una luz de esperanza pueda llegar del actual estado de forma de un equipo del sur. Se ha vuelto a despertar el sueño de Napoli, una ciudad volcada al triunfo con Diego Armando Maradona y que, en su honor, se volvió a juntar para apoyar a la victoria de argentina en el mundial. 


Quizás sea este hilo conductor que vuelva a juntar los aficionados de una entera ciudad para volcarse con el fin de conseguir nuevos triunfos. El conjunto partenopeo, entrenado por Luciano Spalletti, está muy bien reforzado en todos los repartos. El proyecto, llevado a cabo por la mano de Cristiano Giuntoli, ha sido fruto de una atenta y aguda lectura de un mercado de fichajes muy competitivo y los objetivos jóvenes están siendo a la altura de las expectativas. 

El director deportivo del Napoli tiene un palmarés de nuevas promesas que es muy importante. Su política es clara, alejarse de las cifras exorbitantes que fija el mercado, sobre todo desde la Premier League y buscar jóvenes con talento, pero no muy conocidos o fichar jugadores que están en segundo plano en sus clubes de origen. Giuntoli consiguió traer a la ciudad partenopea nombres como Lobotka desde el Celta, Milik desde el Ajax, Ospina desde el Arsenal, Allan desde el Udinese, Kim Min-Jae y Elams desde el Fenerbahçe, Zielinski, Giovanni Di Lorenzo, Mario Rui y Hysaj desde Empoli, Tanguy Ndombele desde el Tottenham, Giacomo Raspadori desde el Sassuolo, Giovanni Siemone, el cholito, desde el Hellas Verona, Lozano desde el PSV Eindhoven, Ounas desde Bordeaux, André Zambo Anguissa desde Fulham, Matias Olivera desde el Getafe, Alex Meret desde Spal, Victor Osimhen desde el Lille y la ultima sorpresa, al georgiano que ya apodan como Kvaradona, Khvicha Kvaratskhelia desde Dinamo Batumi. 


Con todo este arsenal de jugadores, Spalletti se proclamó por primera vez campeón de invierno en enero con dos jornadas de antelación frente a Juve, Milan e Inter. El Napoli sigue dando esperanzas a sus aficionados también en la máxima competición europea de la Champion League. Quizás la expectativa de poder volver a ver un equipo italiano triunfar en Europa venga propio desde el sur. 

Quizás apoyar a Argentina al mundial haya despertado otra vez aquellos corazones llenos de esperanzas en volver a ver un nuevo Diego Armando llevar de la mano al equipo hacia los triunfos esperados. Quizás sea Kvaradona y quizás el Napoli sea el motor esperanzador para despertar a todos dirigentes e instituciones en Italia y fomentar políticas de fichajes en línea con Giuntoli y confiar más en el “proyecto” jóvenes. Un dato estadístico es cierto, cuando el Napoli ganó sus dos últimos “scudetti”, en el 1987 y en el 1990, ambas veces fue campeón de invierno, así que los tifosi empiezan a preguntarse: ¿volverá el cielo a teñirse de azul?

Fausto Mangione

Comentarios

Entradas populares