Buscando a Laso. Encontrando a Pablo.
Segundo partido de las finales de la ACB.
66-45 a favor del Real Madrid al final del tercer cuarto, y parece ser que el Baskonia tendrá que apretar si es que quiere volverse a casa con al menos una victoria en el Wizink. El problema es que el equipo local está sólido y no será fácil lograr que esa cómoda ventaja se desvanezca así como así. Los chicos de Laso esta vez no lo permitirán.
La velada concluye con un 83-71 a favor de los madridistas, con Hanga y Tavares como máximos anotadores. Ahora las finales se mueven a Vitoria pero, aunque parezca descabellado, el desenlace carece de importancia para este artículo, pues aunque a todos nosotros nos haya parecido una eternidad, ese 4 de junio de 2022 fue el último partido de Pablo Laso Biurrun al mando del conjunto blanco.
Durante el verano de 2011, Florentino Pérez se decidió a dar un impulso a la parcela baloncestística con la contratación de Alberto Herreros y Sergio Angulo, asignando a ambos tecnócratas a tareas directivas. Fue entonces cuando Laso recaló en el Real Madrid como primer entrenador, poniendo en marcha la temporada 2011-12, con la difícil misión de hacer olvidar el mal trago que tuvo la sección de baloncesto con Ettore Messina. Pues el respetado entrenador italiano no supo dar con la tecla de un grupo que estaba hecho para fluir sobre la pista, y esto chocaba frontalmente con el juego rígidamente estructurado al que acostumbraba el técnico, quien por entonces ya era 4 veces campeón de Europa.
Hoy por hoy, mencionar los nombres de Sergio Rodriguez, Rudy Fernandez, Felipe Reyes, Serge Ibaka o Jaycee Carrol nos evoca una satisfactoria sensación de dinastía, emoción y pasión por el deporte que más amamos. Sin embargo, lo que se encontró el de Vitoria era un grupo de jugadores que ansiaban encontrar su identidad y aspirar a los títulos que tanto reclamaban sus siempre exigentes aficionados, pero aún no eran un verdadero equipo.
Pablo Laso ya sabía lo que significaba portar el escudo del Real Madrid, pues durante su etapa como jugador, y después de una larga trayectoria en el por entonces denominado Taugrés -nombre con el que yo me sigo dirigiendo al referirme al “inserte su sponsor aquí Baskonia Basket”-, acaba firmando por el conjunto blanco, en el que permaneció durante 3 temporadas, haciendo las delicias de cualquiera al que le gustara el control del juego de un base de libro, con tan sólo 178 cm de altura.
Y fue con esa altura y destreza en la pista con las que, aún a día de hoy, conserva el récord de asistencias y robos totales en la historia de la máxima competición española. Años en los cuales no se estimulaban ni jaleaban tanto como ahora las estadísticas individuales ni actuaciones épicas, salvo con contados protagonistas de los cuales ya sabemos sus nombres.
Con todo esto, Laso comenzó a dar dosis de rienda suelta, trabajo y exigencia a partes iguales, con el único objetivo de crear una base suficientemente sólida para ir creciendo sobre ella y con el tiempo, quién sabe si lograr algún título.
Y lo logró… 22 veces.
Pero aquel 4 de junio, escasas horas después de la finalización del encuentro, Laso comenzó a sentirse mal para acabar sufriendo un infarto de miocardio del cual, según el propio entrenador, avalado por los informes médicos pertinentes, se recuperó rápidamente y no le impediría seguir ejerciendo como comandante de las blancas tropas vikingas.
No obstante, desde el propio club y de manera unilateral, se decidió poner fin a la relación contractual con el técnico tan solo unos días después del desafortunado incidente, alegando mediante un comunicado, que por encima de cualquier aspecto deportivo estaba la salud y bienestar de su director de orquesta.
Si ya de por sí la noticia del infarto fue un shock para todo el aficionado al baloncesto. El repentino cese de uno de los técnicos más importantes del panorama europeo significó un jarro de agua fría para todos. Y digo todos incluyendo a jugadores, árbitros, entrenadores, periodistas, e incluso, la gente de a pie que no seguía el baloncesto habitualmente, pero que sabía de sobra quién era Pablo Laso (en parte gracias a sus formidables “Lasinas”).
Existían rumores sobre personas dentro del club a los que el de Álava no les era grato. También es cierto que, sobre todo durante los primeros años del entrenador en el conjunto madridista, Florentino Pérez iba poniendo su foco en personajes más mediáticos, carismáticos o más fáciles de “marketizar”. El problema era que, temporada tras temporada, volvían a existir motivos por los que toda la grada se le podría echar encima si prescindía de la primera buena apuesta que había tenido el presidente en el apartado baloncestístico desde que recaló en el Club por primera vez.
Por suerte para Laso, y para la estabilidad del grupo, Florentino pasó por el aro y se subió al carro, hasta este pasado 2022.
Por lo que pasó el ahora además de exjugador, exentrenador del Real Madrid, solo lo saben él mismo y su entorno más cercano, pues su estilo reservado y contención mediática no ha permitido a la prensa más que dilucidar algunas pinceladas acerca de las sensaciones y proceso mental por los que ha podido pasar nuestro protagonista.
Él mismo, poco a poco ha ido apareciendo en diversos medios informativos, también de diversa repercusión, para ir contando como se está desarrollando su nueva vida, por ahora fuera de las pizarras y el parqué. Y es que, tras muchos años con una más que inestable rutina en la que se sucedían los vuelos, entrenamientos, comidas a horas intempestivas y dosis exprés de tiempo familiar, este barbudo señor está dedicándose a una vida más organizada, más familiar e incluso mucho más sana.
Se podría decir que, desde hace casi un año, Laso ha vuelto a ser Pablo.
Pero ni se nos ocurra pensar en él como un jubilado, y mucho menos como una persona que piensa vivir de las rentas, clinics y anuncios de zumos de frutas, pues Pablo es mucho más. Pablo es padre de 3 hijos, es marido, es amigo y en rasgos generales, es una persona. Término que puede llevar a confusión, pues el ser una persona implica una profundidad y complejidad que solo el propio sujeto puede coprender.
Pese a que Pablo sea una persona que elige muy bien dónde aparecer y cuántas veces aparece, no nos sorprende cuando habla sobre la constante necesidad que sigue teniendo de ver baloncesto a todas horas, teniendo que elegir escrupulosamente los partidos, ya que ahora no tiene la excusa de estar trabajando y se puede someter a un par de técnicas dentro de su propio hogar.
Por supuesto, tampoco nos extraña cuando comenta que, durante este tiempo ha recibido varias ofertas para volver a entrenar, tanto en el ámbito nacional como internacional, llegando incluso a sonar la posibilidad de recalar como entrenador asistente en algún equipo NBA. Aunque la noticia más reciente, y que se ha ido manteniendo en el tiempo durante unas semanas en diferentes medios de comunicación, es el interés que tiene Dimitrios Giannakopoulos, actual presidente del Panathinaikos griego para hacerse con los servicios del técnico alavés a partir del próximo mes de junio.
Con todas estas informaciones y cábalas sobre su futuro, el propio técnico sólo ha asegurado que está aprovechando este tiempo para ver baloncesto, estar con la familia, construir hábitos saludables y aprender algún idioma (¿posible pista?)
También ha sido invitado a diferentes charlas, simposios, entrenamientos y otros múltiples actos relacionados con el deporte de la canasta, siendo siempre un invitado de lujo y un valioso motivo por el que asistir a dichos eventos.
Lo que sí ha transmitido Pablo es que el próximo proyecto al que se una, será uno que le cree ilusión, en el que encuentre un compromiso y unas garantías de estabilidad y madurez dentro del mismo, pues ha pasado más de una década en Madrid construyendo una vida, y su responsabilidad ética y familiar tendrán un gran peso en su decisión.
Sea cual sea el camino que elija Pablo Laso, yo me veo obligado a transmitir en estas líneas la enorme satisfacción que provocaría a muchos poder verle algún día como técnico NBA, dando rienda suelta a todo su conocimiento y pasión sobre la pista, en una tierra donde ya no se acostumbra a ese tipo de comunicación en pista y de los que muchos saldrían huyendo, mientras Laso les grita que “si quieren un balón para ellos solos que se los compren” y que “a la próxima tontería, te quedas en el banco”.
Pero es que, gracias a esas Lasinas, las cuales se escuchaban por todo el Wizink Center durante los tiempos muertos, aún con la música a todo volumen, es por lo que aficionados de todo el mundo y los propios jugadores se han enamorado de una manera de entender el baloncesto basado, como canta el himno de la Euroliga, en clara DEVOCIÓN.
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