Tras el fenómeno Lin




¡Y el aplastante ganador en la gala de los Oscar´s fue … “Todo a la vez en todas partes”!

No te preocupes. No te has equivocado de blog, y tampoco tenemos la inmediata intención de abrir una sección de cine. Sin embargo, es importante conocer el contexto social en el que nos encontramos en este año 2023 respecto a las ideas y estereotipos que, sin darnos cuenta, rondan por nuestro día a día de manera intrínseca.

La gran vencedora de la gala celebrada en Hollywood es de origen estadounidense, sí, pero contiene un reparto de directores y actores de origen asiático, y es justo ahí donde reside la parte menos habitual del asunto. No en el reparto, si no en la importancia de los personajes y en los galardones que estos se han llevado.

Pero como hemos dicho, no es hora de hablar de cine, si no de baloncesto.


Nos situamos en Torrance, una pequeña localidad cercana a Los Ángeles, donde Jeremy Lin creció y comenzó a destacar en las dos grandes pasiones que sus padres tenían desde hace años: El piano y el baloncesto.

Lin nació en Estados Unidos, pero sus progenitores, originarios de Taiwan, vivieron la odisea de emigrar en los años 70 con la finalidad de estudiar en La Tierra de las Oportunidades, y así poder tener una vida quizá más acorde a sus expectativas.

Quizá esto mismo fue lo que hizo que sus padres, lejos de ser obtusos y obstinados por controlar el futuro de su hijo, le permitieran elegir la dirección en la que quería encaminar su futuro, que no era otra que jugar al baloncesto.

Fue entonces cuando, un joven Jeremy se encontró con una de las barreras más importantes de lo que pronto sería su carrera deportiva. La propia sociedad en la que había crecido ahora trataba de que él no se saliese del círculo, ese círculo que a su colectivo asiático se le había asignado. Un rol muy específico de extra en la película de la vida o, si llegas a ser muy especial, quizá puedan darte un papel de actor secundario. Pero en la mentalidad del mundo occidental, un asiático no puede aspirar al papel protagonista.


Lo que a todo el mundo se le escapa es que este muchacho de 1.90 era un californiano más, con las expectativas de cualquier chico de la Costa Oeste y las ganas de comerse el mundo que todo adolescente tiene. Por eso mismo, cuando empezó a destacar en el instituto, también empezó a ser el foco de bromas racistas, comentarios xenófobos o, en el mejor de los casos de la incredulidad del público, viendo que este asiático no destacaba por saber karate o matemáticas. Había un chico de ojos rasgados manejando el juego con una energía y un control por encima de sus competidores, cada fin de semana.

Lin no consiguió nunca una beca universitaria para jugar al baloncesto, pese a ver con sus propios ojos como muchos “proyectos fallidos” lo lograban con relativa facilidad. Y es debido a esta sensación de no querer conformarse, de no querer doblegarse a los estereotipos establecidos, cuando decide que irá a Harvard para jugar al baloncesto en División I de la NCAA. Porque sí, a diferencia de otros chicos que lo apuestan todo a su carrera profesional, Jeremy se aseguró de que sus resultados académicos fueran otro punto de apoyo con lo que impulsar sus sueños.


Durante esta etapa, aún no se escapaba de comentarios como “abre los ojos” o “vuélvete a China”. Sin embargo, Lin no dejó de mostrar su mejor versión y, sin dejar de lado sus estudios de Economía, puso rumbo a la NBA sólo para encontrarse con otra ración de cruda realidad.

Ya de por sí no se encontraba bien posicionado para si quiera llegar a ser drafteado en ese año 2010, pero sí que llegó a impresionar en las entrevistas y entrenamientos individuales que algunas franquicias le ofrecieron. Lamentablemente, sus informes alegaban una alta desconfianza en su físico, su capacidad de liderazgo y actitud, a pesar de su gran despliegue técnico, anotador y de agilidad mental en la pista.

Después de quedarse fuera del Draft, tan sólo contaba con la suerte de que el nuevo propietario de los Warriors, quien le había visto jugar contra su hijo, era conocedor de su potencial. Lamentablemente, Lin llegó a La Bahía donde se encontraban Monta Ellis y un joven Stephen Curry, teniendo que vivir la frustrante situación de verse relegado a la D-League para poco después, ser despedido con el objetivo de hacer espacio en el apartado salarial.


El de Torrance se negaba a aceptar que todo había acabado, y no fue hasta después de tener una fugaz (y fallida) oportunidad en Houston, en la que solo pudo disputar dos partidos de pretemporada, cuando Lin recaló en unos Knicks alarmantemente necesitados de cubrir la posición de base.

Por aquel entonces, Mike Bibby y Baron Davis habían entrado en la lista de lesionados de larga duración, y Mike Dantoni contaría con Jeremy Lin en la rotación… como 4º base. Es decir, al fondo del banquillo, junto al chico de las toallas.

A su llegada a La Gran Manzana, nuestro protagonista tuvo que estar durmiendo en el sofá de su hermano porque no se podía permitir nada mejor. Además de no descansar bien, necesitaba ganarse el puesto yendo pronto a entrenar, aprendiéndose los sistemas de juego y haciendo un esfuerzo extra para poder congeniar con técnicos y compañeros en tiempo récord. Y entonces, llegó el día.



Carmelo Anthony y Amar’e Stoudamire habían caído lesionados también. El equipo se quedaba aún más cojo de lo que ya estaba y, con un roster plagado de novatos y actores secundarios, el aficionado neoyorkino se echaba las manos a la cabeza, incrédulo: Otro año más, la temporada de los Knicks tenía sabor a decepción.

Hay momentos en los que sabes que no te puedes permitir fallar. Pones toda la carne en el asador y tienes que sacar todo lo que llevas dentro para establecer ese punto de inflexión en tu vida. Sin miedos, sin prejuicios, sin consecuencias.

El 17 de los Knicks ofreció un soberano recital sobre la cancha anotando 25 puntos, 5 rebotes, 7 asistencias y 2 robos. Todo esto en 36 minutos, para así llevarse la victoria en un Madison Square Garden en el que nadie sabía lo que estaba sucediendo.

Todo el mundo se fue a casa pensando en ese chico del que nadie hablaba ni se le conocía historia relevante, pero también todos sabían que algo grande estaba emergiendo, y ese algo tenía nombre propio: LINSANITY.

Durante los 9 siguientes encuentros, Lin promedió 25 puntos y 9 asistencias por partido, incluyendo la apoteósica actuación frente a los Lakers de Kobe y Pau en la noche en la que se coronó con 38 puntos, doblegando así a los vigentes campeones.



La comunidad Knickerboker se volvió loca, y la comunidad asiática por fin tenía un ejemplo de ÉXITO con mayúsculas. La aceptación, admiración e incluso devoción de una de las ciudades más influyentes del mundo hacia este chico de origen taiwanés, había creado un sentimiento de orgullo y un modelo a seguir para una sociedad que previamente estaba abocada a soñar con tener su propia lavandería, ofrecer un eficiente servicio en IT o regentar un bazar.

La temporada de Linsanity acabó debido a una lesión y, tras aceptar una oferta irrechazable de Houston en la agencia libre, volvió a chocarse con la desconfianza de La Liga para ponerse al frente de un proyecto. Jeremy jugó entonces para Lakers, Hornets y Raptors, donde logró el ansiado anillo de campeón, marcando otro hito mientras mostraba el camino a los más jóvenes.

Nuestro protagonista incluso llegó a tener su propia línea de zapatillas, en un mercado en el que rara vez se abría si quiera a abanderar jugadores europeos. Y es en este momento, desde China, donde juega desde hace 4 años, cuando el jugador muestra sus múltiples facetas. Desde la artística a la más cultural, sin olvidar la filantropía.



La comunidad asiática sufrió su enésimo revés social cuando, a raíz de la expansión del COVID-19, se encrudeció el trato hacia ellos alrededor del mundo, llegando a incrementarse en un 519% la tasa de agresiones y asaltos en San Francisco a la comunidad asiática y de isleños del Pacífico durante el pasado 2022.

El desconocimiento, miedo y desinterés hacia esta parte del mundo han generado la creencia de que, cualquier persona de ojos rasgados se le considere chino. Y que a cada “chino” se le castigue de manera individual por algo que, deliberadamente, le es imputado por otro individuo que así lo cree.

El propio Jeremy Lin llegó a donar 500.000 dólares, y ayudó a recaudar otros tantos para ONGs norteamericanas en apoyo a las repercusiones causadas por el pandémico virus, demostrando a todos que el mundo se cambia a través de actos altruistas, buenas intenciones y amor incondicional, haciendo caso omiso a colores, rasgos o acentos.




Por ese motivo, los galardones concedidos a "Todo a la vez en todas partes" son tan importantes. Pues vuelve a mostrar al pueblo norteamericano, y por repercusión, a todas las demás naciones, que cualquier persona es capaz de servir de inspiración a otras, sin la necesidad de pertenencia a ningún grupo social o círculo cerrado.

No hay que olvidar que un ya retirado Yao Ming, marcó un antes y después en la NBA, siendo All Star y representando actualmente a la propia liga como embajador desde Beijin, además de tener prósperos negocios de hostelería en el estado de Texas.

Además de ello, Ji Jianlian, Yuta Watanabe o el ahora Laker, Rui Hachimura, han visto recompensa en su esfuerzo y el sentir de los aficionados allí por donde han ido.

El mundo se está globalizando, y pese a que aún quedan muchas barreras por romper, siempre habrá un Jeremy Lin que nos haga soñar con el cambio.

Post: @hooponos @xoponos






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