Platón y las sombras del futbol
Platón y Hegel, a primera vista podrían ser perfectamente dos nombres de portadas deportivas, dos futbolistas con cláusulas de 100 millones o de clasificas de Transfermarkt, en realidad nos ayudarán a entender aspectos básicos de nuestras percepciones sobre las cosas aplicadas a cuestiones deportivas.
Hoy en día, me los imagino debatiendo en las tertulias futbolísticas o dando sus visiones de la realidad en canales de YouTube o escribiendo columnas en los cotidianos más leídos de nuestro país. Pero, lastimosamente, ya no están entre nosotros físicamente. Sin embargo, sus ideas y sus esfuerzos para explicar la realidad que vivían y las preguntas acerca de ella para entender los procesos que la plasmaban y para encontrar respuestas han perdurado hasta hoy y nos han dejado unas claves de lectura fundamentales para afinar nuestro espíritu crítico frente a cualquier tipo de acontecimiento que nos rodee.
En la antigüedad, filósofos del calibre de Platón y otro, más cercano a nosotros temporalmente, como Hegel, solían debatir sobre el concepto y valor que el hombre atribuya a la realidad de su ser en un contexto determinado.
Las ideas de Platón nos traen a colación su visión a través de la cual el filósofo concebía la interconexión entre realidad física y el mundo ideal y como el individuo se manejaba entre ellos. El filósofo griego nos explicaba sus ideas a través del diálogo sobre el mito o alegoría de la caverna.
Un diálogo entre su maestro Sócrates y su hermano Glaucón sobre la influencia del conocimiento y de la educación filosófica en los individuos y la sociedad. Esta visión alegórica empieza con unos hombres que desde su nacimiento están atados del cuello y de las piernas en el interior de una cueva oscura. Son prisioneros debajo de la tierra y tienen un limitado campo visivo dato que, estando atados, no pueden girar la cabeza y mirar alrededor. En la caverna hay una luz que proviene de un fuego situado por detrás de los prisioneros a una elevada distancia. Entre ellos y la luz hay un camino con un muro. Por un lado, del camino pasan hombres que llevan diferentes clases de objetos más grandes que ellos, unos con forma animal, otros con forma humana, a veces hablan y otras no.
Pues, los prisioneros han podido ver solo las sombras proyectadas de estos objetos y por falta de una educación desde la infancia creen que las sombras del muro que tienen delante de sus ojos son objetos reales y que pertenecen a su propia realidad. Sócrates se cuestiona qué sucedería si uno de los prisioneros fuese liberado y saliese al mundo exterior. En esa situación, tendría enormes problemas para acostumbrarse a la brillante luz del sol; por lo que para no quedar cegado debería buscar sombras y cosas reflejadas en el agua; y gradualmente se iría acostumbrando a mirar los objetos, para terminar de descubrir toda la belleza del planeta y el universo.
El "Mito de la caverna" reúne una serie de ideas muy comunes para la filosofía idealista: la existencia de una verdad que existe independientemente de las opiniones de los seres humanos, la presencia de los engaños constantes que nos hacen permanecer lejos de esa verdad, y el cambio cualitativo que supone acceder a esa verdad: una vez se la conoce, no hay marcha atrás.
Mientras que Friedrich Hegel, otro filosofo más cercano a nosotros, sostenía que “lo que generalmente se llama realidad es considerado por la filosofía como cosa corrupta, que puede aparecer como real, pero que no es real en sí y por sí”. El mismo filosofo encontraba en lo negativo del espíritu un valor importantísimo para el resurgimiento, afirmaba que el espíritu “consigue su verdad únicamente con la condición de que se encuentre a sí mismo en la devastación absoluta”. Añade que el espíritu es esta potencia y esta fuerza, porque “sabe mirar a la cara a lo negativo y plantarse ante él”.
Parecen mensajes que en la actualidad serían de profunda utilidad si se contextualizasen en la situación de un club que, concretamente en estos días, es objeto de investigaciones por parte de la Fiscalía en el Caso Negreira, el F.C. Barcelona. Mensajes obviamente útiles para su presidente, Joan Laporta, que aún, ni él ni el club, no han convocado una rueda de prensa para dar explicaciones, ni a sus socios ni a La Liga en general, ni para aclarar oficialmente cual sería el grado de implicación en este asunto sobre los pagos al exvicepresidente del CTA.
¿No son estas consideraciones que podrían dar lugar a preguntas típicas que cada periodista riguroso debería formular en rueda de prensa a un presidente del Comité Técnico de Árbitros o al presidente de la Real Federación Española, por citar dos ejemplos casuales? ¿Y si aplicáramos estas dos visiones filosóficas al mundo del futbol de la era moderna? ¿Podríamos encontrar alguna similitud con las noticias que escuchamos en estos días sobre el presunto escándalo del Barçagate con el caso Negreira? ¿Ha existido una doble realidad?.
Desde hace poco más de un mes muchos apasionados al mundo del futbol español han sido golpeados profundamente desde algo que nadie se podía esperar, o quizás sí. La sombra de una gran nube con contornos de corrupción se va extendiendo sobre La Liga española de Javier Tebas, día tras día. A través de filtraciones informativas, que apartan al futbol jugado en el césped, se prioriza y se da visibilidad y foco mediático a leyes, denuncias, querellas, artículos con sus comas, entrecomillados, documentos, contratos, informes o pseudo-informes, investigaciones policiales, verdades y mentiras de los protagonistas que nos muestran una realidad que cambia, se disgrega con el paso del tiempo y hace temblar por completo todas aquellas certezas que los aficionados habían adquirido y hecho propias con los años, la mayoría desde niños, sobre el deporte, para muchos el más bello del mundo.
Son los días de los casos denominados Barçagate y Negreira que han surgidos desde una investigación que la Agencia Tributaria de España había empezado hace año y medio analizando unos pagos que el mismo club pedía desgravarse. Los documentos analizados por hacienda y, bajo sospecha, acabados en Fiscalía remontan a pagos que el F.C. Barcelona reiteraba desde el 2001 hasta el 2018, a la empresa el cuyo jefe era José María Enríquez Negreira, ex árbitro de futbol español y que fue vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA) entre los años 1994 y 20018. El colegiado habría recibido unos pagos por un montante global de 7, 3 millones de euros, acreditados por la Agencia Tributaria y la Fiscalía, mientras estaba en cumplimiento de sus funciones en el CTA y el todo bajo 4 presidentes: Joan Gaspart, Joan Laporta, Sandro Rosell y Josep María Bartomeu.
Cuando se constata una relación biunívoca con dinero de por medio entre un club deportivo y otro elemento particular con un cargo bien definido, el ser vicepresidente del Comité técnico de Árbitros ¿cuál es la primera cosa que nos viene a la cabeza simplemente pensando a los dos términos de comparación, equipo y arbitro? ¿algo ya vivido quizás? ¿algún acontecimiento concreto del pasado futbolístico que pueda haber creado las bases para futuras jurisprudencias?
Los escándalos del Moggigate y de Calciopoli. Habían golpeado el futbol italiano y lo habían puesto de rodilla frente a la ley acaparrando todos los telediarios mundiales alrededor del año 2006. Ahora, empezamos a oír algunas similitudes a través de algunos “modus operandi” que tendrán que ser clarificados y clasificados a lo largo del proceso penal en curso y que, de momento, han vuelto a golpear las puertas de la Liga poniendo en duda su correcto desarrollo a lo largo de dos décadas, que se dice pronto.
A propósito de algunas supuestas similitudes, me gustaría citar un artículo del periodista Enric González, apasionado de “calcio” y que nos habla de la que él describe como una “espiral vertiginosa”. Pues en Italia ya pasaron ciertas cosas, cosas que despertaron definitivamente al aficionado común y lo reportaron a otra realidad, lo sacaron de la cueva y lo reportaron a la luz. Ya no era suportar al más fuerte, al que mejor jugaba, al que más marcaba o al equipo que mejor defendía o que más en bloque se moviese. No existió solo una simple realidad de la pasión traducida en amor para el propio equipo o para un partido top en general. Sino que apareció otra realidad, la que estaba detrás del muro de la famosa cueva de Platón y que nosotros aficionados no conocíamos porque solo veíamos unas sombras delante de nuestros ojos a través de los medios de comunicación más comunes, por ejemplo, tv, radios, prensa entre tantos, pero éramos ignaros de quienes las movía.
Pues para Enric González, lo que estaba detrás empezó a definirse con nombres y apellidos y voy a citar lo que nos contaba textualmente un lejano 21 de febrero del 2005: La dietrología es, como se sabe, una ciencia estrictamente italiana que estudia las causas ocultas de los acontecimientos. Lo que ocurre sobre el césped tiene la misma entidad que las sombras en la cueva de Platón: es sólo un reflejo de la verdad. Entre el 1991 y 1993, los árbitros parecieron mirar con especial cariño al Torino.
Cuando la sociedad propietaria del club quebró, los jueces se interesaron por ciertos gastos no identificados y el contable, con el rigor propio del oficio, dio detalles: había que pagar las prostitutas y los regalos para los árbitros, y de todo eso se encargaba el director general. Los jueces no tuvieron más remedio que preguntar, por una vez, al director general, Luciano Moggi, quien expresó gran extrañeza al descubrir todo aquello: él siempre había estado convencido de que las señoritas que contrataba eran “traductoras-acompañantes”. Y qué menos podía hacer el Torino que traducir-acompañar a los árbitros, sobre todo los extranjeros. Luciano Moggi fue condenado a cuatro meses de arresto y una multa de tres millones de liras”. El autor de “Historias de Calcio” sigue sus crónicas y nos habla de temas que, escuchando las noticias futbolísticas de este último mes, empiezan a sonar de manera más familiar, y casi ya, lo que antes se decía que solo pasaba en Italia, ahora parece que, a lo mejor, no solo pasaba en Italia, la diferencia es que en el país transalpino se destapó antes.
Pues González nos decía que un 8 de mayo del 2006: “En El Aleph, uno de los relatos más célebres de Jorge Luis Borges, todo lo que ha existido, existe y existirá, multiplicado por todas las cosas que pudieron ser y no fueron, se concentra en una diminuta espiral vertiginosa llamada Aleph, por el nombre de la cabalística primera letra hebraica. Nunca se ha descubierto un Aleph en el mundo real, pero en el universo mágico del calcio sí hay uno. Se llama General Athletics, aunque es más conocido por las siglas GEA, y las fiscalías de Roma y de Nápoles escudriñan en su interior con el afán de desvelar un fenómeno que durante años ha intrigado a la ciencia: ¿Por qué los errores arbitrales, los postes, los huecos en el césped y hasta la meteorología actúan siempre a favor de la Juventus?.
La cabeza de GEA es Luciano Moggi, el ferroviario jubilado que dirige la Juventus (tras estancias en Roma, Lazio, Napoli y Torino) y, se supone, la totalidad del Calcio. GEA gestiona las carreras de más de 180 futbolistas y de 24 técnicos, por lo que sus tentáculos se extienden por todo el país y penetran en todos los clubes. Sus directivos: Alessandro Moggi, hijo de Don Luciano; Francesca Tanzi, hija de Calisto Tanzi, ex presidente del Parma y protagonista del mayor fraude empresarial en la historia de Europa; Andrea Cragnotti, hijo de Sergio Cragnotti, ex presidente de la Lazio y protagonista del segundo mayor fraude empresarial en la historia de Europa; Giuseppe de Mita, hijo del ex presidente del gobierno Ciriaco de Mita; Chiara Geronzi, hija de Cesare Geronzi, presidente del megabanco Capitalia; y Davide Lippi, hijo de Marcello Lippi, seleccionador italiano.
La expresión “tráfico de influencias” no alcanza, ni de lejos, a definir lo que, según los fiscales, se cuece en GEA. Luciano Moggi, que en 1993 se libró con una simple multa y un arresto simbólico de una investigación que demostró que, como director general del Torino, obsequiaba a los árbitros con “señoritas de compañía”, parecía el ultimo representante de la Italia más tópica y eterna. Pero Silvio Berlusconi cayó, por poco, pero cayó. Inmediatamente después cayó Bernardo Provenzano, el jefe supremo de la mafia siciliana, tras más de cuarenta años en paradero desconocido. Ahora está a punto de caer Luciano, investigado por presunta asociación para delinquir (un delito establecido de forma específica para combatir las mafias) con el objetivo de cometer fraude en la competición. Lo único seguro es el cambio en la Juventus.
Antonio Giraudo (condenado y luego absuelto por dopar a los futbolistas de la Vieja Señora), Roberto Bettega y el propio Moggi, los tres dirigentes que eligieron un nombre tan siniestro como Tríada (la mafia japonesa) para definirse a sí mismos, protagonizarán la disolución más espectacular desde que en 1970 se pelearon Lennon y McCartney”. Con estas palabras de un no lejano 2006 tenemos ahora un cuadro más claro de la doble realidad que existe cuando observamos, en este caso concreto, un deporte que nos apasiona. Ahora podemos estar más atentos, ser más críticos con nosotros mismos, ser más objetivos a la hora de formular una hipótesis o expresar una opinión a pesar de la dificultad que eso comporta, sobre todo cuando hay un fuerte sentimiento que nos mueve desde niños, el amor para un juego puro que debería no mancharse nunca por culpa de intereses privados o por culpa de lo que haya detrás de un muro, a nuestras espaldas.
Fausto Mangione (@serpicomangio @serpico_81)
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