En busca de la gloria mundial

La gloria es pasajera y no se puede vivir de triunfos del pasado”. Estas dos afirmaciones son el pan de cada día en el entrenamiento emocional y psicológico de un ambicioso deportista de élite, al igual que lo es el valorar los premios colectivos sobre los individuales. Estos son dogmas que desde pequeño nos enseñan en cuanto empezamos a dar los primeros botes a un balón.

Ser campeón de la liga juvenil, de la ACB, la Euroliga o conquistar el tan ansiado anillo de la NBA son nuestros sueños, desde que vemos a nuestro ídolo alcanzar el estatus de héroe cuando lleva a su equipo a la victoria, y quedamos aún más marcados si es nuestra Selección Nacional la que conquista dicho honor.

Por supuesto, todos hemos fantaseado con pertenecer a ese selecto club que es el conjunto nacional. ¡¿Quién no querría jugar junto a los mejores jugadores de su país?! Y… ¿a quién no le gustaría ser elegido como el mejor jugador de ese campeonato en el que compiten los mejores combinados del mundo?


La Copa del Mundo 2023 está a punto de comenzar y, en breve las estrellas de cada equipo, y algún que otro “tapado”, podrán demostrar al resto del mundo que ellos también merecen un hueco en el Olimpo de este deporte, tal y como han hecho conocidos nombres como Doc Rives, Drazen Petrovic, Dejan Bodiroga, Toni Kukoc o Shaquille O’Neal, entre otros.

Y si nos impresiona tanto nombre balcánico, es porque desde 1967 hasta 2002, tanto la antigua, como la nueva Yugoslavia se hizo con 5 campeonatos del mundo, 2 segundos puestos y 2 terceras plazas. Una verdadera potencia baloncestística que, sin duda, marcó el rumbo y el ritmo de una Europa que daba sus primeros pasos para la invasión al otro lado del charco.


Es importante señalar que, a diferencia de la NBA, el MVP de las finales o del propio torneo, no tiene porqué pertenecer al equipo ganador. De hecho, Dirk Nowitzki, de 24 años por entonces, fue quien se hizo con el galardón a mejor jugador del torneo celebrado en Indianapolis, en el que Alemania quedó en 3ª posición por detrás de la ganadora Yugoslavia y una más que aguerrida Argentina, que contaba con Nocioni, Ginóbili y Scola entre otros.

En ese torneo, “Robin Hood” promedió 24 puntos y 8.2 rebotes por partido, dominando en el pase contra España, pero perdiendo el cruce contra el propio combinado argentino, en el que mantuvo unos magistrales números con 24 puntos y 11 rebotes, haciendo sudar al combinado albiceleste, que tuvo que aunar fuerzas y terminar de “secar” a la pobre compañía de la que adolecía el de Wolfsburgo.


Entonces llegó 2006 y España se hizo grande en Japón.

La selección española ya venía avisando de su inagotable superioridad, tanto durante toda la fase preliminar como en todos los partidos de preparación y los amistosos que se jugaron meses atrás. El conjunto de los “Juniors de Oro”, ese que había ganado TODO en categorías inferiores, estaba listo para demostrar al mundo todo lo que venían trabajando.

Un conjunto liderado, no por un jugador, si no por el bloque y la confianza que habían forjado durante todos esos años, orquestado por un colosal Pepu Hernández y con una cabeza de cartel clara: Pau Gasol.

Esa España era la del Chacho, Calderón, Cabezas, Navarro, Rudy, Berni, Felipe, Jiménez, Marc, Mumbrú y Garbajosa. Sí, todo de corrido, porque en ese equipo jugaban todos, repartiendo los minutos para que en ningún momento decayese el ritmo y la intensidad que este equipo demostró conquistando el título con 9 victorias y 0 derrotas.


Ese año Pau fue el MVP del campeonato con 21 puntos por partido y 9.1 rebotes, demostrando por qué se marchó a Estados Unidos y dando una clase de habilidad, inteligencia y garra cada vez que, con el número 4 a la espalda, demostraba por qué todo el mundo en el pabellón gritaba POW!

Un grito que no pudo darse en la final ya que el mayor de los Gasol se lesionó durante el duro partido contra Argentina, y obligó a La Roja a medirse en la final a Grecia… sin mucho misterio, dejando al conjunto heleno con 47 puntos anotados.


Pero, ¿dónde estaba Estados Unidos?

Si bien es cierto que USA tuvo su época más aciaga durante esos pasados años, el conjunto norteamericano había estado llevando a jugadores de “segundo nivel” a la mayor competición de la FIBA, dando por consumada la superioridad que el baloncesto estadounidense tenía sobre el resto del mundo. Pero ese mundo estaba cambiando y, cuando Europa se puso en pie, el conjunto Yankee tardó en reaccionar hasta que se vistió de gala en los Juegos Olímpicos de 2008, cuando volvieron a recuperar el trono.

De cara a la Copa del Mundo de 2010 la misión estaba cumplida. El “Redeem Team” había hecho su trabajo y ahora tocaba entregarle el relevo a Durant, Westbrook y Curry, entre otros.


Si bien, el equipo hizo un pleno de victorias durante el campeonato, con Kevin Durant como MVP del torneo, con 22 puntos y 6 rebotes por partido, en este caso Estados Unidos tuvo dificultades ante una correosa selección brasileña que les obligó a darlo todo para conseguir la victoria por tan sólo 2 puntos. El equipo seguía conservando la hegemonía mundial, con un estilo a caballo entre el colectivismo de 2008 y la reminiscencia individualista y despreocupada de los años anteriores.


Pero sin duda el año que el USA Team se consagró fue en 2014. El mundial en España se convirtió en una fiesta para todos los aficionados que deseaban volver a experimentar la superioridad norteamericana. Y, como si de una costumbre se tratase, la selección estadounidense volvió a congregar a casi todos sus mayores activos del momento: Curry, Klay, Rose, Cousins, Anthony Davis, Harden, De Rozan y el MVP del campeonato, Kyrie Irving.

Irving no fue el máximo anotador del torneo (12.1 ppp), tampoco fue el máximo asistente ni el máximo reboteador (3.6 y 2.6 respectivamente), sin embargo “Uncle Drew” se divertía en la pista, y el estadio gozaba con él. Su desparpajo, seguridad y naturalidad con el balón es algo que no acostumbramos a ver, y que sólo está al alcance de unos elegidos.

Su “low profile” durante todo el torneo contrastó con sus actuaciones de 18 y 26 puntos en los dos últimos partidos, con un porcentaje de casi un 60% en tiros de dos y un 6/6 en triples en la final contra Serbia. Ni siquiera el curtido Teodosic sabía qué hacer para poder parar la vorágine ofensiva de Kyrie.


La próxima edición del Mundobasket debería haber tenido lugar en 2018, sin embargo, se retrasó un año el evento con el fin de no tener que compartir protagonismo con la otra gran fiesta del deporte que es la Copa del Mundo de fútbol. No hace falta decir que ese año de preparación le vino de perlas a España.

Que los eventos en países asiáticos se nos dan muy bien es un hecho (¡Allá vamos Filipinas, Japón e Indonesia!), pero la gesta lograda por “La Familia”, con otro arrollador 8-0 de global, volvió a poner a España en el mapa. Ya no como un conjunto de niños prodigio acostumbrados a ganar, si no como un EQUIPO con mayúsculas, en el que cada jugador respeta sus roles, virtudes y carencias para servir al bien mayor. 


Todo esto cocinado a fuego extremadamente lento por el seleccionador Sergio Scariolo, tan cuestionado por el aficionado medio porque siempre había tenido un vestuario plagado de superdotados.

Este año Marc Gasol, Rudy o Llull constituían los últimos pilares de la época más resplandeciente del baloncesto español y, como si de un medieval linaje real se tratase, el miembro más joven de esa camada, el niño que fue adelantando cursos para jugar con los mayores, dio un paso adelante para dejar al mundo boquiabierto.

Ricky Rubio reclamaba su trono.


Después de muchas dificultades en la NBA, siendo cuestionado por su tiro y su excesiva generosidad en ataque, además de haber caído en un baile de traspasos y sin conocer su futuro inmediato una vez aterrizado en China, Don Ricard Rubio Vives desempolvó la chistera y comenzó con el show.

16.4 puntos, 4.6 rebotes y 6 asistencias por partido para el jugador más determinante del campeonato, llevando en volandas a la selección contra el combinado argentino, que no pudo contener la tormenta generada por los 75 puntos entre Ricky, Rudy, Marc y Juancho, para dejar el marcador final en un contundente 95-75 para el conjunto español.


Pero como hemos señalado antes, “La gloria es pasajera y no se puede vivir de triunfos del pasado”. Por lo tanto, en poco más de 48 horas, se dará el pistoletazo de salida para que los héroes de esta edición comiencen a escribir su historia.

¿Quién se unirá entonces a esta lista de protagonistas? ¡Hagan sus apuestas!


Javier Navarro
@xoponos / @hooponos

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