El Madrid de Mou
No hay mayor dolor para un club de la índole del Real Madrid, que ver a tu máximo rival levantar todos los trofeos posibles en una temporada. Observar como un entrenador salido de la nada en aquel momento, "Pep" Guardiola, da forma y crea uno de los mejores equipos de la historia reciente. En medio de aquella pesadilla, que parecía no tener fin, un hombre mostró que había luz al final del camino. Dio muestras de que era posible hacer frente a la hegemonía "culé". Se hacía llamar "The Special One".
Tras un exultante inicio de siglo conquistando dos coronas europeas en el año 2000 y 2002, sumada a la "orejona" alzada en 1998, los años venideros se presumían llenos de éxitos para los merengues. Nada más lejos de la realidad, entre 2005 y 2010, el Real Madrid cayó eliminado seis años consecutivos en los octavos de final de su competición fetiche.
Por otro lado, Frank Rijkaard y "Pep" Guardiola hacían que el Barça volviera a ser alguien en Europa. Dos Champions League logradas en 2006 y 2009, esta última con "sextete" histórico incluido, daban a entender que el dominio del fútbol nacional y continental pasaba a manos de la entidad blaugrana. Por si fuera poco, nubes negras se cernían sobre la "casa blanca" cuando en el año 2010, temporada donde la final de la Champions League se disputaba en el Santiago Bernabéu, el favorito para levantarla era una vez más el F.C. Barcelona. Ver al máximo rival levantar el título más importante en tu propia casa, era una humillación irreversible. El Inter de Milán, liderado por el protagonista de hoy, evitó dicho drama, además de ilustrar como combatir ante tal dominancia.
“Trabajar para el futuro, pensar en el futuro. Si miras a la plantilla, dice claramente que se piensa en el futuro. Pero en un club de esta dimensión hay que conseguir resultados, hay que ganar y es lo que hemos intentado hacer en estos dos años que pasaron y lo que vamos a intentar continuar haciendo los próximos cuatro”. Así de contundente se mostraba un exultante Mourinho justo un año antes de la amarga despedida, después de que Florentino Pérez prolongase la relación contractual entre el técnico luso y la entidad madridista hasta 2016.
Atrás quedaba la temporada de debut de Mourinho al frente del conjunto blanco, un primer año en el que la ilusión volvió a convertirse en la bandera del madridismo, alzando una Copa del Rey ante el eterno rival tras 18 años de sequía en la competición del K.O. Además, una segunda plaza en el campeonato nacional de Liga, solo por detrás de un Barcelona implacable, y alcanzar las semifinales de Champions League siete años después, hacían que la segunda campaña de la ‘era Mourinho’ se presentara con grandes esperanzas para la afición blanca.
Desde su hegemónico trono, el F.C. Barcelona se había convertido en uno de los grandes desafíos de Mourinho, la razón principal que había propiciado la llegada del portugués al banquillo madridista. En su primera campaña como madridista, los de Guardiola le habían infligido sendos correctivos al conjunto blanco: 5-0 en el estreno de Mourinho en un clásico liguero, 1-1 en el choque de vuelta, 1-3 en el encuentro de ida de las semifinales de la Champions League y un peleado, pero insuficiente, 2-2 en la vuelta en el Camp Nou, a la postre, sentencia europea de los blancos.
La final de Copa del Rey que el Madrid había ganado sobre el Barcelona en la primera temporada de Mourinho al frente del banquillo blanco, se convertía en la única gran referencia positiva que los merengues tenían para vencer a su eterno rival. No obstante, los azulgranas le recordaron a los blancos que aún había mucho trabajo por hacer y el primer encuentro liguero en la temporada 2011/2012, en tierras madrileñas, se saldaba con un 1-3.
Un toma y daca durante toda la temporada, que tenía como su "punto final" el 21 de abril de 2012 en el Camp Nou. Trigésimocuarta jornada de Liga. Con la derrota de la primera vuelta aún en la retina, los "merengues" afrontaban un encuentro vital en el que muy pocos apostaban por ellos. Sin embargo, los de Mourinho sabían que en esta ocasión y a 4 puntos de diferencia, el título pasaba por dar un golpe de autoridad en el terreno más hostil posible. Los tantos de Khedira y Cristiano servían para decantar la indecisa balanza de la Liga a favor de los "merengues" a falta de cuatro jornadas. Posteriormente, un 0-3 en San Mamés le regalaba al Madrid la oportunidad de convertirse campeón de una Liga de récord: 100 puntos y 121 goles a favor.
Sin embargo, en Europa, el amargo sabor de perder una tanda de penaltis, privó al conjunto de blanco de alcanzar una final. El famoso penalti a las nubes de Sergio Ramos dictó sentencia en el "clásico europeo" frente al Bayern de Múnich. Una temporada espectacular, que se sentía satisfactoria, pero a la vez insuficiente, teniendo en cuenta el gran juego y contundencia mostrada por los nuestros. La fortuna no acompañó en los momentos decisivos, provocando así el inicio del fin de una era que asentaría las bases para lograr futuros éxitos. Ese año el Madrid y Mourinho se sentían capaces de devolver la Champions a "su casa", pero los penaltis y el cansancio (3 días antes habían tenido el partido frente al FC Barcelona) les apearon de la final de Múnich frente al Chelsea, que sorprendentemente había eliminado a los de Pep. ¿Os imagináis que hubiera pasado si la final de la Champions hubiera sido Madrid - Barcelona? Pues a punto estuvieron.
“Entrenar al Madrid es y será el trabajo más difícil de mi carrera”.
Mou ya había empezado a conocer la fuerte presión que envolvía al club, propiciada en parte por la sempiterna exigencia, algo que de algún modo respondía a las palabras que en su día pronunciase Florentino Pérez: “El Real Madrid está condenado a la excelencia”. Hombre de grandes retos y fuertes desafíos, el luso ratificó, por activa y por pasiva, sus ganas de continuar en el conjunto blanco en la labranza de una carrera de la que sentir orgullo con la perspectiva que confiere el tiempo.
El tercer y último año de Mourinho al frente del Real Madrid se esperaba como el año de consagración del proyecto, y más con la consecución de la Supercopa de España frente al Barça (ya no con Pep, que había dejado el banquillo) y sobre todo con el fichaje de Luka Modrić a cambio de 40 M€ procedente del Tottenham.
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