Querido fútbol base
¡Qué importante eres! Podríamos definirlo como todas aquellas categorías inferiores por las que pasa un futbolista antes de llegar a la categoría amateur, senior, o aficionado, según la jerga futbolística de cada uno. Es inevitable no acordarse también de todos aquellos entrenadores que desarrollan su trabajo y competencias en este ámbito. Son fundamentales.
Todo el mundo que haya pasado por aquí tendrá en mente un entrenador que haya tenido durante la infancia, los momentos vividos, títulos cosechados, etc. En este artículo nos centraremos en reflejar todos aquellos aprendizajes adquiridos en esta fase tan importante para una persona de fútbol.
Para empezar, abriré un melón que siempre da mucho que hablar y que ha sido objeto, desde hace un tiempo, de críticas feroces y solicitudes de cambio: la superioridad de los rivales unido a las derrotas abultadas. Todos los findes de semana de competición hay algún resultado, en todas las Federaciones autonómicas, que chirría por el resultado que se da. Partidos que acaban 28-0, incluso más de 30, jugadores que acaban partidos con 12-13 goles, etc. Mucha gente pide su reforma para poder evitar estas situaciones sonrojantes. Desde aquí, lanzo una pregunta: ¿durante cuánto tiempo va a estar enfadado un niño de 10 años tras perder 30-0 por este motivo?
Me atrevería a decir que, en su inmensa mayoría, poco tiempo. A los pocos minutos de acabar un partido, los niños te vuelven a pedir un balón para jugar, ya sin puntos en juego, y se pueden tirar horas y horas. Quién diría que acaban de recibir una goleada escandalosa.
En mi opinión, esto forma parte del proceso de aprendizaje de toda persona que juega o se dedica al fútbol desde pequeño. Y no sólo al fútbol, también a cualquier deporte. Todos hemos pasado por las dos posiciones de ganador o perdedor. Me atrevería a decir que cuando pierdes aprendes mucho más que cuando ganas. Aún recuerdo cuando, con 14-15 años, ganamos un partido de forma abultada y no lo celebramos de forma excesiva por si al rival le molestaba. La respuesta de nuestro entrenador fue la siguiente: “Me parece bien que penséis así, pero nunca sabes cuándo vas a dejar de ganar. Por eso, disfruta cada victoria, haya sido fácil o no de lograr”. Ahí entendí realmente que la mejor forma de respetar al rival es nunca dejar de competir. Además, la sonrisa de los niños es contagiosa.
Disfrutas si ellos lo hacen. De eso se trata esto, de disfrutar mientras aprendes. En la temporada 2015-2016, el Rayo Vallecano recibió 10 goles en su visita al Bernabéu. Fue un mal día para los de Vallecas, sin duda. Pero, como pasa en el fútbol base, al día siguiente vuelve a salir el sol. Si los niños disfrutan y aprenden, ¿por qué pararlo? Parece que se quiere acabar con el relato de “no hay ganadores ni perdedores”. Ciertamente, la realidad no es esa, y eso es perjudicial para un chaval en crecimiento futbolístico y personal.
Disfrutas si ellos lo hacen. De eso se trata esto, de disfrutar mientras aprendes. En la temporada 2015-2016, el Rayo Vallecano recibió 10 goles en su visita al Bernabéu. Fue un mal día para los de Vallecas, sin duda. Pero, como pasa en el fútbol base, al día siguiente vuelve a salir el sol. Si los niños disfrutan y aprenden, ¿por qué pararlo? Parece que se quiere acabar con el relato de “no hay ganadores ni perdedores”. Ciertamente, la realidad no es esa, y eso es perjudicial para un chaval en crecimiento futbolístico y personal.
En segundo lugar, el fútbol te enseña una serie de valores que, quizás, sean diferentes a los que aprendes en casa. Se trata de ver la vida desde otro punto de vista, el deportivo. El respeto al rival, compañerismo, espíritu de equipo, concepto de esfuerzo o la competitividad son enseñanzas que adquieres en el deporte. Y eso, ‘medallita’ que me cuelgo, es en parte gracias a los entrenadores formativos. Su labor es encomiable. La importancia que tienen está fuera de toda duda.
¿Y la satisfacción que da cuándo un chaval que entrenaste hace años se acuerda de ti? Esos saludos y abrazos no tienen precio. La magia del fútbol base. No todo el mundo entiende que los entrenadores de esta parte vital del fútbol tienen una huella en el futbolista que va a perdurar toda la vida. Es por eso por lo que es importante trabajar con certezas, pero con cautela. Dar los pasos correctos se antoja como algo muy importante para que la idea cale en el futbolista. No la idea de juego, que también, sino los valores que el fútbol te da. Eso dura para siempre. La visión que tus jugadores tengan de ti será, en su gran medida, sobre el aprendizaje que les lograste inculcar cuando eran pequeños.
¿Qué ocurre con los padres? Deben colaborar en esto. Desgraciadamente, muchos piensan que su hijo va a ser futuro Balón de Oro (ojalá, por cierto, pero el fútbol base no va de esto). No se dan cuenta que lo que tiene que hacer su hijo es aprender los aspectos más básicos del fútbol. Tan importante es saber dar un pase como respetar a un árbitro. Quizás así se eviten casos como los acontecidos en Parla hace unas semanas, en el que se dieron sanciones históricas.
Cómo mancha esto el fútbol base, su grandeza, su espíritu, su labor. Definitivamente sí, los padres deben colaborar. “¿Por qué mi hijo no juega tanto?” Pregunta un padre de un chico de 10 años. ¡10 años! Nos estamos volviendo locos. Hay que cambiar esta mentalidad. La visión que se tiene sobre un entrenador es como la que tiene un alumno de su profesor. Si juego me cae muy bien, si no juego es un c*****. Es una figura que te va a acompañar siempre y que hará cambiarte la forma de ver las cosas. Yo siempre les digo lo mismo a mis jugadores: “ojalá entrenéis en un futuro a niños pequeños, para que veáis lo duro que se hace”. Ser enseñado y poder enseñar es un acto de realización personal.
El fútbol base es un amigo invisible, una enseñanza que no se ve hasta que realmente te das cuenta sobre qué trataba. Es el trabajo en la sombra, el que cuenta de verdad, en el que se pulen los detalles que te harán triunfar como formador. Querido fútbol base, no cambies nunca.
Miguel Jiménez // @migueljh1
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