DEP Peter Rufai, el portero que rechazó la corona


Esta vez, no solo escribimos sobre la muerte de un portero legendario. Hablamos de un príncipe que renunció a su corona para reinar entre los palos, de un héroe silencioso que cruzó el mundo y dejó una huella imborrable en la historia del fútbol. Y desde Alicante me apetecía rendir homenaje a un portero, que también en el Hércules, equipo de la ciudad y que tuvo sus días de gloria, será recordado.

Desde las polvorientas calles de Lagos hasta la esplendorosa Torre de Hércules en A Coruña, Peter Rufai (conocido cariñosamente como Dodo Mayana) vivió una vida de realeza… futbolística. Ayer, esa corona se apagó: el príncipe de Idimu falleció a los 61 años. Se nos fue un guardián que eligió los guantes en lugar del trono.


La ironía de su destino se pintó en unas cifras imposibles: solo 9 partidos en el Deportivo y 10 en el Hércules, cifras que parecen modestas, pero que esconden una trayectoria cargada de significado. Llegó al Hércules en enero de 1997, compitiendo por la portería en Alicante, y ese año se ganó la admiración de la afición. Pues bien, su rendimiento bastó para que el Deportivo lo reclutara ese mismo verano como recambio de Jacques Songo’o .

En A Coruña, vivió dos años a la sombra. Jugó solo nueve partidos, pero vivió una de las decisiones más sorprendentes del fútbol: en febrero de 1999, tras el fallecimiento de su padre, fue reclamado para asumir un trono ancestral… y lo rechazó. Dijo aquello de “nunca quise ser rey… lo que quería era el fútbol”, una frase que aún resuena como un eco de libertad.


Su nombre, Dodo Mayana, es más que un apodo. En yoruba, Dodo significa “ganso”, y puede interpretarse como “el elegido”. Mayana no es un simple mote, sino una promesa cumplida: fue la garantía, el guardián, capaz de sostener su portería cuando su país más lo necesitaba. Ese mismo nombre quedó inscrito en la memoria colectiva cuando Nigeria superó a España en el debut del Mundial 1998, con él bajo los palos .

Para muchos, su paso por España fue testimonial. Pero su legado fue enorme. No solo supo decir “no” a la corona por respeto a su pasión, sino que sembró futuro al fundar una academia de porteros en suelo español. Allí, enseñó a generaciones cómo pararse frente al balón… y frente al destino.


Y es que no hay mayor grandeza que la que elige humildad. Su vida fue un viaje entre reinos: del trono, al fútbol; de África a Europa; de ser príncipe, a ser maestro. Un príncipe que prefirió reinar bajo los palos. Sus enseñanzas perduran, sus historias inspiran. Dodo Mayana ya no está, pero su sombra sigue guardando las porterías del recuerdo. Y en mi recuerdo, portero y coleccionista de pequeño de cromos Panini de La Liga, que recuerdo los del SuperDepor con gran claridad y cariño, y entre ellos, el de Rufai con sus Reusch negros y la flecha blanca. DEP.


Post Carlos López // @CarlosLzeledon














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