Dani Güiza: El último pichichi español


Cuando hablamos de fútbol, también hablamos de arte. De instinto, de improvisación, de magia callejera. Y de eso, Daniel González Güiza, nacido en Jerez de la Frontera el 17 de agosto de 1980, sabe bastante. Porque si algo define a Dani Güiza, es que fue un genio del gol… a su manera.

Su historia empieza, como muchas leyendas de barrio, en los campos de tierra de Cádiz, hasta que el Xerez CD le dio su primera oportunidad profesional en Segunda B. Era puro talento en bruto, descaro y olfato. En la temporada 1999/2000, fue cedido al Dos Hermanas CF, donde empezó a hacer lo que mejor sabía: meter goles. Su facilidad para ver portería no pasó desapercibida y, en mitad de esa misma temporada, el RCD Mallorca pagó 17 millones de pesetas por él. Para un juvenil de aquella época, eso era una locura. Llegó al filial, pero no tardó en debutar con el primer equipo el 2 de abril del 2000, frente al Espanyol, con apenas 19 años.


Sin embargo, el salto fue demasiado rápido. En la temporada siguiente, no encontró su sitio. Solo anotó un gol en seis partidos y su fama empezó a mezclarse con una vida extradeportiva cada vez más intensa. El Mallorca, cansado de esperar su madurez, lo cedió al Recreativo de Huelva en 2002/03, donde Lucas Alcaraz, su viejo conocido del Dos Hermanas, intentó recuperarlo. Pero nada: apenas jugó 4 partidos sin anotar. Su siguiente parada fue el Barcelona B, otra cesión que tampoco cambió su destino.

A sus 23 años, el talento de Güiza parecía apagarse antes de explotar. Pero el fútbol siempre da segundas oportunidades, y el Ciudad de Murcia fue la suya. Allí volvió a ser Dani Güiza, el goleador, marcando 16 goles en su primera temporada y 20 en la segunda. Ese renacer lo llevó al Getafe CF, donde fue pieza clave con 9 goles en 32 partidos. Pero lo que quedó para la historia fue aquella noche mágica de Copa del Rey: doblete al Barça en el 5-2 que clasificó al Geta para la primera final de su historia. Perdieron contra el Sevilla, sí, pero Güiza ya era ídolo azulón.


El verano de 2007 cambió su vida. Volvió al RCD Mallorca, sí, al mismo que años atrás lo había dejado marchar, y lo hizo convertido en un delantero maduro, letal y con una confianza inquebrantable. Aquella temporada fue su consagración total: 27 goles, Pichichi de LaLiga, Bota de Plata europea y la llamada de Luis Aragonés para la Eurocopa 2008. Con España, marcó un gol a Rusia en semifinales y formó parte del grupo que cambió para siempre la historia del fútbol español. Campeón de Europa. Desde Jerez, hasta el cielo de Viena.


Tras tocar el cielo, su carrera se convirtió en un viaje casi romántico por el mundo. Jugó en el Fenerbahçe turco, donde dejó huella en Champions; en Cerro Porteño, donde, según él mismo, “fue más feliz que en ningún otro sitio”; volvió al Getafe, pasó por Johor Darul Ta'zim en Indonesia, regresó al Cádiz y acabó en el Atlético Sanluqueño, club con el que ha ascendido a Primera RFEF. Hoy, con 45 años, sigue jugando, sigue disfrutando.

Porque Dani Güiza nunca fue un delantero cualquiera. Fue un artista del gol, un tipo impredecible, capaz de lo mejor y lo peor en el mismo partido. El último Pichichi español de LaLiga, un jugador que rompió moldes y que, a su manera, nunca dejó de ser fiel a sí mismo.


Y ahí sigue, entre Sanlúcar y Jerez, disfrutando del fútbol de verdad, el que huele a césped mojado y bocadillo en la grada. Como él dice, “no hace falta nada más para perseguir tus sueños que desearlo con todas tus fuerzas”. Y si no, que se lo digan al niño gaditano que un día soñó con ser goleador… y acabó campeón de Europa.

Post Daniel Moreno

Comentarios

Entradas populares