David Seaman: el caballero del arco inglés
Hubo una época en la Premier en la que los porteros no llevaban guantes de colores chillones ni hacían vídeos en TikTok.
En aquella era, bajo los palos del Arsenal, se alzaba un tipo con coleta, bigote y una calma tan británica que parecía capaz de parar un penalti con una taza de té en la mano.
David Seaman fue, durante más de una década, el rostro fiable del fútbol inglés. Solo reflejos, liderazgo y una serenidad que imponía respeto.
Durante más de una década defendió el arco gunner, siendo testigo de la transición del fútbol inglés más físico al Arsenal elegante de Arsène Wenger. Ganó tres Premier Leagues, cuatro FA Cups, una Copa de la Liga y una Recopa de Europa, siendo pieza clave en cada conquista. Su estilo era clásico, sobrio, sin florituras: no buscaba destacar, sino impedir que el balón entrara. Y eso lo hacía mejor que nadie.
Su parada a Paul Peschisolido en la semifinal de la FA Cup de 2003 es una de las más icónicas en la historia del fútbol inglés: un escorzo imposible, brazo extendido, cuerpo cayendo al revés y un balón que parecía destinado a entrar. Fue su última gran hazaña con los gunners, un cierre perfecto para una era.
Con la selección inglesa, disputó 75 partidos internacionales entre 1988 y 2002. Fue el guardián de los grandes torneos de los 90: la Euro 96, donde detuvo penales y llevó a Inglaterra a semifinales; el Mundial de Francia 98, con aquel drama ante Argentina; y el Mundial de 2002, donde un disparo de Ronaldinho desde más de 35 metros lo sorprendió adelantado.
Aquel gol marcó el final de su etapa internacional, pero jamás ensombreció su legado. Seaman sigue siendo, para muchos, el portero más respetado que ha vestido la camiseta de los Three Lions. Desde entonces, y hasta la llegada de Pickford, la. portería inglesa fue un agujero negro competición tras competición.
David Seaman no solo fue un gran portero: fue una figura reconocible, un emblema de otra época. Detrás de su calma y su bigote de lord inglés había un competidor feroz, un profesional ejemplar.
Fue el primer portero inglés en alcanzar los 1.000 partidos profesionales, un número que hoy suena a ciencia ficción. En el Arsenal fue elegido Jugador del Año en 1997, algo casi inédito para un guardameta.
Durante la Euro 96, fue héroe nacional: detuvo tres penales decisivos, entre ellos, el de Fernando Hierro ante España, y llevó a Inglaterra a semifinales, dejando una imagen icónica, brazos en alto y orgullo de país.
Su parada a Peschisolido en 2003 fue descrita por muchos como “la mejor atajada jamás vista en la FA Cup”. Y hasta su bigote se volvió icónico: los niños querían hacer paradas como Seaman… y lucir bigote como Seaman.
En sus últimos años defendió los colores del Manchester City, pero las lesiones le obligaron a decir adiós en 2004, tras más de dos décadas bajo los palos. Se fue como vivió: en silencio, sin dramatismos, con el respeto unánime de todo el fútbol inglés.
Fuera del campo, Seaman siempre fue un caballero. Humilde, afable y con ese humor seco tan británico que lo hacía querido incluso por sus rivales.Tras su retiro, ha participado en programas de televisión y sigue vinculado al Arsenal como embajador del club.
Para muchos, David Seaman representa una era que ya no volverá: la de los porteros con alma, los que no necesitaban postureo ni polémicas para ser leyenda. Solo una portería, un balón y la promesa de que nada pasaría mientras él estuviera allí.
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