¿POR QUÉ NADIE HABLA DE ROBERT HORRY?


Cuando Robert Horry fue elegido en el puesto 11 del Draft de 1992, pocos podían imaginar que estaban viendo al mejor actor de reparto en la historia de la NBA. Siete anillos de campeón con tres equipos distintos y siendo determinante en varios de ellos. Dos coronas con los Houston Rockets (1994 y 1995), tres con Los Angeles Lakers (2000, 2001 y 2002) y otras dos con los San Antonio Spurs (2005 y 2007).

Robert Keith Horry (Hartford, Maryland, 25 de agosto de 1970) disputó 16 temporadas en la NBA. Un jugador que nunca fue estrella, pero siempre estuvo donde debía estar.


Las Finales de 1994 fueron de las crudas. Ásperas como pocas veces ha visto la NBA moderna. Dos equipos físicos, meticulosos y volcados en la defensa se cruzaban en una serie que no parecía hecha para el lucimiento. Pero allí estaba Horry, en su segundo año como profesional, titular en los Rockets y pieza imprescindible para Rudy Tomjanovich.

Aquella final será recordada por el duelo titánico entre Hakeem Olajuwon y Patrick Ewing, pero el alero de Alabama sumó desde un básquet que los números no reflejan. El propio Tomjanovich lo resumió años después: “Rob era nuestro comodín. Tenía un IQ brutal, y siempre sabías que haría lo correcto sin necesidad de pedírselo.”


Al año siguiente, sin ventaja de campo en ninguna de las series, Horry volvió a dejar su huella. Frente a los Magic, en el tercer partido de las Finales de 1995, firmó una de sus postales eternas: un triple decisivo en el último cuarto que prácticamente selló el campeonato.

Tras un paso fugaz por los Suns, donde no ganó nada, llegó a los Lakers de Phil Jackson. Allí se convirtió en el escudero perfecto, la cuarta o quinta espada ofensiva, pero siempre el mejor aliado silencioso. Jackson lo usó como falso cuatro, como defensa de emergencia, como cierre de confianza. En tres Finales consecutivas (ante Pacers, Sixers y Nets), fue el pegamento que mantenía la estructura: liberó a Shaquille O’Neal de guerras innecesarias y dio equilibrio a una dinastía.


Después de su etapa angelina, Horry aterrizó en los Spurs de un joven Tim Duncan. Ya con 34 años y un rol secundario, volvió a aparecer donde cuenta: en las Finales de 2005 ante los Pistons.

Aquel Game 5 fue una obra maestra del “Big Shot Rob”. Con 5.9 segundos para el final y San Antonio tres puntos abajo, Ginóbili penetra por el lado débil, dobla el pase y deja solo a Horry en la esquina izquierda. Silencio. Triple. 96-95. La serie se pone 3-2 y, poco después, otro anillo para su colección. Chauncey Billups lo resumió así: “Sabíamos que si el balón llegaba a sus manos, el partido estaba terminado.”


Dos años más tarde, con 36 años, repitió anillo con los Spurs ante los Cavaliers de un joven LeBron James. Ya casi sin minutos, su impacto fue mental y defensivo. Gregg Popovich lo ponía a hablar en los tiempos muertos, a marcar el tono. “Rob no jugó muchos minutos, pero cuando hablaba, todo el banquillo callaba,” recordaba Brent Barry.

Fue su séptimo título. Nadie con tan pocos focos había tenido tanto impacto en la historia. Nunca fue All-Star, nunca lideró una franquicia en nada… pero su legado va más allá de las estadísticas.


Siete anillos con tres equipos distintos. 53 triples en Finales (récord absoluto). Más de 240 partidos de playoffs. Y una certeza grabada en la mente de todos: cuando el balón quemaba, Horry era el que mejor sabía sostenerlo.

“Hay tipos que quieren el balón, tipos que lo esquivan, y tipos que lo entienden. Horry entendía el momento como nadie,” dijo Tim Duncan. “Le dabas el balón y sabías que no iba a temblar. Que lo iba a disfrutar.”

En 16 años de carrera, promedió apenas 7 puntos, 4.8 rebotes y 2.1 asistencias. Y sin embargo, fue uno de los jugadores más decisivos de su generación. Su nombre aparece en récords que definen su rareza:

  • Uno de los únicos nueve jugadores con siete o más anillos, y el único fuera de los Celtics de los 60.

  • Único jugador en lograr back-to-back con dos equipos distintos (Rockets y Lakers).

  • Uno de los dos únicos campeones con tres franquicias diferentes.

  • En su retiro, líder histórico en partidos de playoffs (244).

  • Récord de triples en Finales (53).

  • Primer jugador con 100 robos, 100 tapones y 100 triples en una temporada.

  • Nunca faltó a los playoffs en 16 temporadas.

Y, sobre todo, tres tiros inmortales:

  • Finales 1995 (vs Magic): triple a 14 segundos del final para poner a los Rockets 3-0 arriba.

  • Finales 2001 (vs Sixers): triple a 47 segundos del final y cuatro tiros libres que sentenciaron el 96-91.

  • Finales 2005 (vs Pistons): el ya mítico triple a 5.9 segundos del final.

Tres momentos. Tres ciudades. Tres camisetas. Y un mismo destino: aparecer cuando todos los demás temblaban. Robert Horry nunca fue una superestrella. Fue algo mucho más difícil de encontrar: el jugador que entendía cuándo serlo.

Artículo Jeremy Maldini


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